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Mostrando entradas de noviembre 21, 2018

Jesús, amigo

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En su vida terrena Jesús entra en relación con personas muy distintas: enfermos, transeúntes, parientes, pecadores, espías, etc. Pero en torno a él se mueven sobre todo sus amigos. Así llama Jesús a sus discípulos: “amigos”. Ante la tumba de Lázaro dice la gente: “Mirad cuánto le amaba” (Juan, 11,36). Por el Amor que nos tiene, Jesús nos hace amigos suyos. El don del Espíritu Santo nos sitúa ante una relación nueva con Dios; su Espíritu nos hace hijos del Padre y nos introduce en una especial intimidad con Jesús (cfr. Noticias julio 2017, p. 6). Tenemos una unidad profunda con él de conocimiento y de in tenciones. Como decía San Agustín: la amistad consiste en amar y rechazar lo mismo ( ídem velle, ídem nolle ) . Para que haya amistad se necesita conocimiento de esa persona y afecto. Resuenan las palabras de San Agustín: noverim Te, noverim me , “Señor, que te conozca y que me conozca” (Soliloquios II,1.1). Es decir, el trato personal con Jesucristo es el nervio de la vida i