Siete maneras de ser soberbio


 

La humanidad se encuentra en una grave situación. La causa ¿cuál es? Detrás de todo está el demonio. ¿Cómo actúa? Santo Tomás de Aquino decía que el pecado más grave es la soberbia.

¿Cómo vencer las tentaciones de la soberbia? Hay siete tentaciones ligadas al pecado de la soberbia o siete maneras de ser soberbio. Hay que empezar por examinarse a sí mismo. Vamos a ir de menos a más. 

1ª tentación: la soberbia de la vista: la pornografía. La publicidad y las películas usan escenas inconvenientes o insinuadas. Nos hiere quizás sin darnos cuenta. Hay una pornografía brutal y otra disimulada que se digiere sin darse cuenta. Va apoderándose de uno considerando que “se puede ver todo sin que pase nada”. Todo tiene consecuencias. Hay que estar alerta para nosotros y para los demás.

La soberbia de la carne: pensar que puedo tener relaciones sin llegar a lo peor y no pasa nada. Vemos cómo se rompen matrimonios porque uno de los cónyuges tiene relación con otra persona y esa relación sube de tono. Hay que vivir la castidad y la exclusividad dentro del matrimonio. Hay que controlar el propio cuerpo a través de una ascética equilibrada: no beber todo lo que se desea, no comer todo lo que se desea, sin medida. No se puede tocar todo. Al cuerpo no hay que darle todo lo que nos pida, sin templanza. El que evita la tentación, evita el pecado.

La soberbia de la seguridad. Estamos hechos para andar en tierra firme, pero muchas veces esto no es posible. Se sufren desengaños que llevan a aislarse y a no confiar, eso lleva a una relación de desconfianza con Dios. Cuando no entendemos algo, dudamos. Cuando algo no sale como lo previsto, entramos en crisis. Esto es soberbia. No fiarse de algunas personas es prudencia. La Virgen se fio de Dios. “No sé qué va a pasar, pero me fio de Dios”. Querer tener seguridades sobre el futuro es un pecado de soberbia.

Querer saber el porqué de todo. A través de la Apologética podemos comprender que Dios existe y que el alma es inmortal, pero el ser humano y la naturaleza guardan muchas cosas que para nosotros son inexplicables. El mismo sufrimiento posee parte de misterio. Aceptar el misterio es un acto de confianza en Dios.

La soberbia de querer tener el control de la propia vida y de la vida de los demás. Es inevitable tener planes porque hay responsabilidad. La soberbia se presenta cuando las cosas no salen como las habíamos previsto. Hay que adaptarse y sacar partido de lo que ha quedado. No podemos tener el control de uno mismo, menos de la vida de los nuestros. Quizás no haya de que reprocharse de la educación que hemos dado. Los hijos tienen que vivir su vida aunque lo hagan mal. Vemos que va al desastre. Nos queda rezar. La felicidad no se le puede dar a nadie; sólo Dios puede hacernos felices. Lo que podemos hacer es contribuir a la felicidad del otro. No puedo ni debo darle todo a los hijos, deben aprender a luchar, a valerse por sí mismos.

No aceptar los límites es otra forma de soberbia, por ejemplo, los límites de la edad y de las enfermedades. Para algunos es dolor es percibido como una injusticia, eso es soberbia. Los huesos se descalcifican, a veces llega un cáncer… es la vida. El deterioro puede venir pronto o al paso de los años, esto es doloroso. Dios no es culpable de lo que nos pasa. Todos vamos a morir, no sabemos cuándo, pero hay que estar preparados. Podemos intentar encontrar la mejor terapia. Forma parte de la vida envejecer y morir. La enfermedad escapa a nuestro control, es una oportunidad para ponerse frente a Dios y decirle: “Sólo pienso en Ti”. Revolverse contra Dios es soberbia.

Querer ser el centro del universo, pretender que todo gire en torno al yo. Querer que tengan los demás la relación que yo quiero tener. Los demás no están para darme gusto, no son satélites míos; si no son útiles, los aparto de mi vida. Te aparto de mi vida con formas tan crueles como el aborto, el divorcio o la eutanasia o el abandono. La gente tiene que hacerse como a mí me gusta.

Querer ser Dios, decidir qué es lo bueno y lo malo para mí. El pecado original nos da datos interesantes. Hay algo prohibido: comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal. Sólo Dios sabe cómo son las cosas, sólo Él decide qué está bien, y lo dice por amor, no por capricho. El pecado original fue una rebelión contra Dios. Satanás los engaña y afirma: Si ustedes deciden qué es bueno y que es malo, serán como dioses. Esto es un planteamiento de profunda soberbia. El relativismo, la dictadura del tolerante, dice: “Prohibido prohibir”. Los tolerantes son dictadores asesinos. Si hablas, suprimen tu canal de YouTube. Eva no tenía la inclinación al mal, fue creada sin el pecado original, cuando desobedeció, dejó de ser inmaculada. La entrada en el mundo del pecado se produce porque nuestros primeros padres quisieron ser dioses. El relativismo es el nuevo pecado original. Una mujer, la Virgen María, quiere ser la esclava del Señor, y no pretende otra cosa. Nos enseña cómo vencer al pecado. Se fía de Dios.

Comentarios

Entradas populares de este blog

La Amabilidad

La educación, según San Juan Crisóstomo