Retablo de colores: La vida emocional
Los sentimientos
tienen dos caras; alegría y tristeza, amor y desamor, paz y ansiedad,
generosidad y egoísmo, entusiasmo y mal humor… El águila bicéfala mira hacia el
pasado y hacia el futuro. Los sentimientos pertenecen al campo de la
afectividad. Los sentimientos positivos o negativos nos acercan o nos alejan de
las personas. Las pasiones son estados afectivos más intensos que tienden a
nublar la razón.
Las fronteras entre sentimientos, pasiones, emociones
y motivaciones son borrosas, unas y otras se cruzan. Las tres grandes herramientas de
nuestro patrimonio psicológico son la afectividad, la inteligencia y la
voluntad, afirma el psiquiatra Enrique Rojas.
La inteligencia
abre una ventana para acercarse a lo que ve, la voluntad toma las decisiones,
en cambio, “el sentimiento es un paisaje interior que refleja lo que está
sucediendo en la intimidad de la persona” (Comprende
tus emociones, p. 27).
Es vital echar
fuera las ideas negativas y los presagios que distorsionan nuestra realidad.
Tener control sobre la vida afectiva es un signo de
madurez. Si a una
persona comprometida se le va el corazón a otra parte, fuera de su matrimonio,
tiene tres elementos decisivos para un mejor control: tener bien educadas la
afectividad, la inteligencia y la voluntad. Entre ellas debe haber concordancia
y ese es el reto.
Hay personas que desde niños viven la
templanza porque aplazan un placer -como tomar agua, un refrigerio o un
chocolate- para después; otros aprenden a compartir con sus hermanos o amigos.
Y eso las educa en el autocontrol.
¿Qué es el amor?
El motor de los motores de nuestra existencia
es el amor, sostiene Enrique Rojas. Amor
es aprobar, afirmar, dar por bueno que esa persona exista. El amor empieza
en el corazón, pero debe encaminarse a la cabeza, debe discernir qué tan bueno
es para mí y para la otra persona. Para enamorarse hay que estar abiertos al
mundo en general, no centrados en una persona, y entonces está uno en
condiciones de asombrarse. El amor no es un sentimiento, es una emoción capaz
de cambiar la trayectoria de una vida.
Hay tres
elementos para que el enamoramiento se produzca: atracción física, atracción
psicológica y admiración. La atracción psicológica se refiere a la belleza
interior.
En Occidente el hombre se enamora por la vista y la
mujer por el oído. La
belleza de la mujer ha perdido a muchos hombres. El amor hipoteca la cabeza en el sentido de no dejar de tener a esa persona
en la mente.
Acertar en la
elección afectiva significa que la otra persona va a convertirse en la mitad de
uno mismo. El amor es el fin del hombre y
el principio de la felicidad. Sin embargo, si no se acierta, puede ser el
principio de la infelicidad.
La mujer hace más humano al hombre y también más
espiritual; el hombre da seguridad a la mujer. Aquí la llegada del amor ennoblece. Eso va
transformando a esas dos personas y las hace mejores.
En la vida
actual ocurre lo siguiente: el hombre
fingiendo amor, lo que busca es sexo; y la mujer fingiendo sexo lo que busca realmente
es amor.
El auténtico
amor es selectivo, se elige con libertad. No hay verdadero amor sin elección. El
amor sin elección suele llevar a errores serios y a equivocaciones en las
expectativas. El animal se reúne, el ser
humano se encuentra. El amor debe ser un encuentro enriquecedor.
Ahora bien, el amor inteligente está hecho de cabeza, corazón y cultura: Sentimientos,
razones y espiritualidad. Cuando el amor
llega puede ser ciego, pero cuando se va es muy lúcido. Esto se ve claro en
una serie de cuatro capítulos de RusFilmes titulada “El fantasma de la
felicidad” (YouTube).
El amor es un sentimiento y una decisión, lo más
importante es la voluntad humana, que puede querer o no querer libremente.
Vivimos en la “cultura de la inmediatez” por eso
muchos amores se construyen con materiales de derribo, con muy poca
consistencia, quizás por pura atracción física y cada uno con una jerarquía de
valores bien distinta. Si esa relación es de noviazgo, lo mejor es romper. Dice
Don Quijote: “El que acierta en el casar ya no le queda en qué acertar”. El desamor
es hoy uno de los motivos de mayor sufrimiento, pero el problema es la base,
fallan los cimientos, sin embargo, siempre se puede volver a empezar. Hay
esperanza.
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