La gloria de Dios o la propia estima
Satanás es el trono del orgullo, y la única arma para derrotarlo es la humildad. Y la confesión nos ayuda a vivir la humildad porque reconocemos lo que está mal y pedimos perdón. No se trata de quién es el sacerdote, perdona por el poder de Dios, importa quién soy yo. Al recibir la absolución quedamos desencadenados, pero el alma está débil, por eso necesitamos la Eucaristía. Si supiéramos lo que es la Presencia real de Jesús en la Eucaristía, quedaríamos en éxtasis nada más pisar la iglesia. Estamos viviendo los tiempos de oscuridad espiritual más grande en toda la historia, y a la vez, el mundo nunca ha sido más atractivo, más seductor, más hechizante que hoy. Nunca había tenido más propuestas para que el hombre se enamore de él que hoy. El demonio quiere que estemos 24 horas entretenidos. Hay que cuidar con esmero que nuestra confesión sea semanal, y cuidar que la confesión de las otras también sea posible, porque no nos tardamos mucho tiempo. En una tertulia en Argentina,...