Castidad y el amor en los antiguos mexicanos
Ver Sahagún cap xxi Palabras de una madre náhuatl a su hija: Aquí estás, mi hijita, mi collar de piedras finas, mi plumaje de quetzal, mi hechura humana, la nacida de mí (...): Oye bien, hijita mía, niñita mía: no es lugar de bienestar la tierra (...). No entregues en vano tu cuerpo, mi hijita, mi niña, mi tortolita, mi muchachita. No te entregues a cualquiera, porque si nada más así dejas de ser virgen, si te haces mujer, te pierdes, porque ya nunca irás bajo el amparo de alguien que de verdad te quiera (...) que no te conozcan dos hombres (...) Pero si estás bajo el poder de alguien (...) no quieras que tu corazón quiera irse en vano por otro lado. No te atrevas con tu marido. No pases por encima de él, o como se dice, no seas adúltera (...) Ya no serás ejemplo (...) y aunque no te vea nadie, aunque no te vea tu marido, mira, te ve el Dueño del cerca y del junto [1] . Para los antiguos mexicanos, tradición, verdad y bondad eran inseparables. Perder cualqu...