Princesa árabe
La mirada de mi madre se fue apagando porque mi padre la humillaba. Mi padre era rígido, autoritario. Cuando nadie lo miraba yo sabía quién era él. En ese palacio sólo había control, no amor . Mi padre despidió a mi madre, la envió a una casa pequeña detrás del palacio. Mi madre decía: “le fallé”. Empecé a cuestionar mi religión y el trato que se daba a las mujeres. Me aceptaron en una universidad de Estados Unidos, y mi padre me dio el permiso, pero llevaba un acompañante (o vigilante). El consejero tocaba a deshoras para vigilar. Conocí a Sara. Ella nunca me forzaba a nada. Una vez me invitó al campus de la universidad, cerca de Navidad. Allí escuché la historia de Jesús narrada en forma distinta. Lo que escuché sobre la fe cristiana me conmovió. Empecé a leer sobre Jesús, quien no desechaba a los pobres, enfermos, pecadores o desamparados. Una madrugada me sentí vacía, me quité los zapatos, empecé a llorar. De repente ya no estaba allí. Estaba sobre un puente. Había otras ...