Ante lo que no entiendo
Lo que no entiendo puede ser una adversidad o un revés. Ante esto, puedo hacerme tres preguntas: · Señor, ¿qué me enseñas con esto? · Esto, ¿adónde me lleva? ¿Adónde me quieres guiar, Jesús? · Con esta circunstancia adversa ¿qué me concedes? Paciencia, comprensión, humildad. Son tus regalos que me vienen envueltos en mis experiencias cotidianas. No queramos comprender las purificaciones que Dios nos manda, como le pasó a Job. Podemos decir al Señor: “no tengo más refugio que ocultarme en tu divino Corazón”. Cuando suframos hay que considerar que, efectivamente, los tiempos y los planes de Dios son perfectos. Nos dice el profeta Isaías: “En la quietud y en la confianza está tu fortaleza” (30,15). La gran tentación de Israel en los cuarenta años en el desierto fue la murmuración. El tiempo de prueba a veces no lo aprovechamos para crecer sino para murmurar. Israel tuvo que pasar por el desierto para conseguir la promesa, y Jesús tuvo que pasar po