Semana de oración por la unidad de los cristianos
Tradicionalmente, la semana de oración por la unidad de los
cristianos se celebra del 18 al 25 de enero. En ella, de forma solemne y conjunta,
nos reunimos en el nombre de Jesucristo para pedir que las divisiones sean
superadas y la unidad se convierta en una realidad plena y visible. Es decir,
durante esta semana, los cristianos católicos, ortodoxos y protestantes de
todas las denominaciones están invitados a rezar juntos por su unidad.
Son unos días de súplica a la Santísima Trinidad
pidiendo el pleno cumplimiento de las palabras del Señor en la Última Cena: “Padre Santo, guarda en tu nombre a aquellos
que me has dado, para que sean uno como nosotros” (Juan 17,11). La oración
de Cristo alcanza también a quienes nunca se han contado entre sus seguidores.
Dice Jesús: Tengo otras ovejas que no son
de este redil, a ésas también es necesario que las traiga, y oirán mi voz y
formarán un solo rebaño con un solo pastor (Juan 10, 16).
El texto bíblico que se sugiere meditar en
2018 es el de Éxodo 15, 1-21, que es el canto de alabanza al Señor por el paso
del pueblo de Israel a través del mar Rojo o mar de las Cañas.
En un largo escrito Benedicto XVI concluye que la
unidad es obra del Espíritu Santo.
¿Con qué Papa se
inició el Octavario? La práctica de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos
fue introducida en 1908 por el padre Paul Wattson, fundador de una comunidad
religiosa anglicana que luego entró en la Iglesia católica. La iniciativa recibió la
bendición del papa san Pío X y fue luego promovida por el papa Benedicto XV. Este Papa dijo: “La Iglesia no es latina, ni
griega, ni eslava, sino católica: no hay diferencia entre sus hijos”.
Benedicto XVI ha pedido a cada cristiano que se
responsabilice por la unidad de los cristianos. Esa unidad empieza por la
unidad en mi casa y con mis hermanos. Por nosotros mismos no somos capaces sino de sembrar
la discordia y la desunión. Dios nos sostiene para que sepamos ser instrumentos
de unidad, personas que saben disculpar y reaccionar sobrenaturalmente.
Nuestro Señor funda su Iglesia sobre la debilidad
–pero también sobre la fidelidad- de unos hombres, los Apóstoles, a los que
promete la asistencia constante del Espíritu Santo.
En 2008 el Papa Benedicto XVI dijo que la misión de la Iglesia en estos momentos
pasa por el avance en el camino ecuménico. El pontífice exhortó: «¡No tenemos
que cansarnos nunca de rezar por la unidad de los cristianos!»... «Cuando
Jesús, durante la Última Cena, rezó para que todos "sean uno", tenía
un fin preciso: "para que el mundo crea"», explicó recordando el
pasaje evangélico de Juan 17, 21.
«La misión evangelizadora de la Iglesia pasa por tanto por el camino ecuménico,
el camino de la unidad de fe, del testimonio evangélico y de la auténtica
fraternidad», aseguró el obispo de Roma».
Benedicto XVI, en la audiencia del 18 de
enero de 2012 dijo: El mismo Señor Jesús oró durante la Última Cena, antes de su pasión: “Te
pido que todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mí y yo en ti, que
también ellos estén unidos a nosotros, de este modo, el mundo podrá creer que
tú me has enviado”. En otro momento Benedicto XVI dijo que la unión de los
cristianos era obra del Espíritu del Santo, y no se sabe cuándo nos dará ese
don.
En el Octavario por la Unión de los Cristianos
pedimos por nuestros hermanos separados; hemos de buscar lo que nos une, pero
no podemos ceder en cuestiones de fe y moral. Junto a la unidad inquebrantable
en lo esencial, la Iglesia
promueve la legítima variedad en todo lo que Dios ha dejado a la libre
iniciativa de los hombres. Por eso, fomentar la unidad supone al mismo tiempo
respetar la multiplicidad, que es también demostración de la riqueza de la Iglesia.
En estos días pedimos al Señor que acelere los tiempos
de la ansiada unión de todos los cristianos. ¿La unión de los cristianos?, se preguntaba San Josemaría Escrivá. Y
respondía: sí. Más aún: la unión de todos los que creen en Dios. Pero sólo existe
una Iglesia verdadera. No hay que reconstruirla con trozos dispersos por todo
el mundo (Homilía, Lealtad a la Iglesia ).
Desde hace siglos la Iglesia está extendida por
los cinco continentes; pero la catolicidad de la Iglesia no depende de la
extensión geográfica, aunque esto sea un signo visible. La Iglesia era Católica ya en
Pentecostés; nace Católica del Corazón llagado de Jesús. Ahora, como entonces,
extender la Iglesia
a nuevos ambientes y a nuevas personas requiere fidelidad a la fe, y obediencia
rendida al Magisterio de la
Iglesia.
El Octavario concluye conmemorando la conversión de
San Pablo. El martirio de San Esteban, dice San Agustín, fue la semilla que
logró la conversión del Apóstol. Dice textualmente: “Si Esteban no hubiera orado a Dios la Iglesia no tendría a
Pablo” (cfr. S. Agustín, Serm, 315,7).
Para uno de los días del Octavario se nos recomienda esta Oración: Dios, que proteges a la viuda, al huérfano y al extranjero en un mundo donde muchos conocen la desesperación, tú has resucitado a tu Hijo Jesús para llevar esperanza a la humanidad y renovación a tierra. Sigue consolidando y unificando tu Iglesia en sus luchas contra las fuerzas de la muerte en un mundo donde la violencia hacia la creación y hacia la humanidad obscurecen la esperanza en la nueva vida que tú ofreces. Te lo pedimos en nombre de Cristo resucitado, en la fuerza de su Espíritu. Amén.
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