¿Conoces a tu pareja?
El matrimonio puede ser un camino de felicidad, pero hay
que ser exigentes. Si tienes novio o novia, pregúntate “¿lo conozco?”. Porque
muchas veces salen y entran pero no se conocen a fondo. Hay que saber cuáles
son sus creencias en el terreno espiritual, qué piensa de la libertad, cómo
piensa en general, a qué aspira. Hay que pasar bastantes horas hablando. Hay
parejas a las que les sobra cama y les falta sofá. El amor no resuelve los
problemas psicológicos, eso se arregla con el especialista.
El rostro, la cara de una persona es programática, anuncia
la vida. Las personas inteligentes se enamoran no sólo de lo de fuera –de la
belleza exterior-, sino de lo de dentro –de la belleza interior de esa persona-,
de sus valores.
Dos personas se conocen y ven que tienen intereses comunes,
pero eso no basta, hay que ver si esa persona quiere comprometerse o no. Naturalmente buscamos un amor que dure toda
la vida; somos libres y estamos hechos para el compromiso Sólo si somos libres
podemos amar.
¿Cómo se llaman los que viven sin compromiso? Mediocres, homeless.
Hay novios que no tienen un proyecto, un “sueño”, no hay
meta; lo suyo es “estar”. Si una persona se casa para ser feliz, se va a
equivocar. Si se casan para hacer feliz al otro, van a acertar.
Antes de enamorarse hay que fijarse en dos cosas: en la personalidad y en el sistema de ideas
y creencias. Deben de saber dónde van a pasar la Navidad, con qué familia,
o si van a alternar, y estar de acuerdo en ello. Antes de casarse deben de
hablar sobre las vacaciones, la educación de los hijos, sus posibles nombres,
etc. Si no se habla de eso en el noviazgo, luego hay discrepancias en el
matrimonio.
Hay un hecho: Él o ella te va a fallar. Ojalá que no falle
en cosas serias. ¿Qué vas a hacer? ¿Le vas a perdonar?
Una mujer decía: “Para que a mi esposo no se le olvide
nuestro aniversario –que ya se le ha olvidado- le pongo un recadito, un post-it.
Respecto a la personalidad,
¿cómo conocer el carácter del otro? Generalmente todos tenemos mal carácter. Ve
como se lleva con sus papás y hermanos porque así va a tratar a los hijos; ve
cómo trata a los demás, al gendarme, al policía, al que le abre la puerta, etc.
A ti te trata bien porque quiere quedar bien contigo.
El amor es una cosa que se construye, no una cosa que se
padece. Se puede aprender a querer, y también –cuando ha habido alguna
dificultad-, a querer de nuevo, cuando hay voluntad de arreglar las cosas.
Una chica decía:
-“Mi novio es ateo, cubano y sin trabajo, y me voy a casar
con él”.
Habló con ella hasta el empleado del Telmex. ¿Cuánto duró
ese matrimonio? Menos de seis meses. ¿Qué hace sólida una relación? La complementariedad.
Si el novio (a) no cree en Dios, garantiza poco, y si cree, garantiza algo más
que el que no cree, pero nadie se debe
de casar si no está 100% segura del amor y de la buena voluntad del otro.
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