Arte y pornografía
El desnudo no siempre tiene que
considerarse pornográfico, en ocasiones puede ser una expresión artística. En
todas las épocas, y sobre todo desde el arte clásico griego, existen obras cuyo
tema es el cuerpo humano desnudo. Y si son verdadero arte, esas obras ayudan a comprender el misterio personal del
hombre, y no incitan a rebajar al hombre o la mujer a un mero objeto de placer.
El arte verdadero ennoblece todo lo que es humano, mientras que la
pornografía convierte la intimidad humana en un objeto de deseo público.
No estamos en contra del desnudo
artístico, sino en contra de la desnaturalización del sexo mediante su
utilización comercial o su deliberada exhibición ante terceras personas, porque
tales conductas degradan la dignidad de la comunicación sexual y envilecen a
las personas. Hay multitud de obras de arte cuyo tema es el cuerpo humano en su
desnudez, y su contemplación nos permite centrarnos, en cierto modo, en la
verdad total del hombre, en la dignidad y belleza de la masculinidad y
feminidad. Estas obras tienen en sí, como escondido, un elemento de
sublimación, que conduce al espectador, a través del cuerpo, a todo el misterio
personal del hombre. En contacto con estas obras –que por su contenido no
inducen a la lujuria–, de alguna forma captamos el significado esponsal del
cuerpo, que corresponde y es la medida de la pureza del corazón.
Sin embargo, hay otras ocasiones en
que el desnudo suscita objeciones en la sensibilidad personal del hombre, no
por causa de su objeto –pues el cuerpo humano, en sí mismo, tiene siempre su
inalienable dignidad–, sino por la cualidad o modo en que se reproduce
artísticamente, se plasma o se representa. Si la intencionalidad fundamental
que subyace supone una reducción del cuerpo humano a rango de objeto destinado
a la satisfacción de la concupiscencia, esto colisiona con la dignidad del
hombre, incluso en el orden intencional del arte.
Hay que pensar, además, que si la cultura
ha mostrado a lo largo de la historia una tendencia clara a cubrir la desnudez
del cuerpo, no ha sido solo por exigencias climáticas, sino también como fruto
de un proceso de crecimiento de la sensibilidad personal: el hombre no quiere
convertirse en objeto para los demás, y la necesidad de velar por la intimidad
del propio cuerpo refuerza la profundidad misma del sujeto como persona. Se
puede recordar cómo, por ejemplo, en los campos de exterminio la violación del
pudor era un método usado conscientemente para destruir la sensibilidad
personal y el sentido de la dignidad humana. No es una cuestión de mentalidad
puritana ni de moralismo estrecho. Es una cuestión que afecta a la misma
dignidad de la persona.
Fuente: Fluvium.org
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