La pornografía modifica el cerebro
¿Qué es lo que hace exactamente lo
pornográfico en nuestro cerebro? Altera su estructura y su funcionamiento, y
provoca la adicción ya que hay una inundación de dopamina (un neurotransmisor
cerebral relacionado con las emociones y el placer). Su repetición puede llevar
al individuo a perder la capacidad de gobernar su propio cuerpo. A la larga la
pornografía hace que el cerebro se haga más pequeño.
Los que miran pornografía tienen
menos actividad en las regiones del cerebro asociadas con la recompensa y la
motivación, según estudios de Alemania publicados en JAMA Psychyatric. Además, tiene efectos corrosivos en el alma humana, y
en su habilidad para funcionar como marido, y por extensión, como padre. Los
consumidores de pornografía son gente vaga y llegan a ser perdedores. La pornografía
lleva a la soledad y, poco a poco, a la violencia y a la pérdida de memoria. En
una investigación hecha por una psicóloga latinoamericana con mil muchachos
reunidos para superar su homosexualidad, encontró sorprendentemente que el 100%
habían sido adictos a la pornografía. Es decir, la pornografía fue un
denominador común en ellos.
La castidad no es un asunto de
represión de los sentimientos y tentaciones sexuales sino una integración
exitosa del don de la sexualidad dentro de la persona entera. El contenido
sexualmente explícito en blogs, mensajes, y fotos en las páginas webs sociales
son también otro de los caminos que violan la castidad. La pornografía difama
la intimidad del acto marital e injuria la dignidad de los que la ven y
participan.
La pornografía y la violencia son
viejas realidades que muestran la cara turbia de la naturaleza humana. Nadie está inmune a pornografía. Los
niños y los jóvenes son especialmente vulnerables a ella. En México, el avance
de la pornografía ha provocado un aumento del 300% en el índice de madres
solteras menores de edad (Cf. Dr. Luis Castelazo, XVI Congreso Nacional de
Pediatría).
La violencia
y la pornografía en el cine engendran violencia y agresión en las calles. El
lenguaje procaz, la violencia y el sexo están prostituyendo el tejido moral de
la sociedad.
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