Empeñarnos en hacer el bien


Si quieres estar mejor, piensa más en hacer el bien que en estar bien.

Jesús nos habló de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos, y, efectivamente, si lo analizamos, lo más importante es amar. La vida es corta por eso podemos empeñarnos por ser un foco de iniciativas.
En Aguascalientes, una persona con afán de ayudar a los más vulnerables consiguió una casa en un barrio necesitado y allí organiza clases de inglés, de italiano, de ballet, de artes marciales, de pintura y de otras cosas, con la colaboración de universitarios, y, cuando algún profesor (a) avisa que no podrá ir, esa persona la sustituye. Esto es querer hacer el bien a los demás. También está el ejemplo de un empresario de una pequeña empresa en Tepatitlán, que cultiva flores, y se dio cuenta de que había mucha inquietud entre sus trabajadores sobre los Testigos de Jehová, ya que algunos de sus familiares se estaban yendo con esa secta. Decidió poner un micrófono en el sitio de trabajo y leerles 10 minutos de un libro titulado “Yo fui testigo de Jehová”, de Antonio Carrera (está en internet). Al terminar el tiempo indicado, iban a la oficina a pedir que les siguieran leyendo, así terminaron ese libro y otros libros. El dueño vio que ese sistema rudimentario era un magnífico instrumento de evangelización.
Un santo contemporáneo, San Josemaría Escrivá de Balaguer comentaba: “Llega un momento, hijos, en el que se cuentan los días que faltan y se siente la necesidad de dejar más labor hecha; no por soberbia, sino por Amor”.
Lo que más perfecciona una personalidad es su correspondencia a la gracia.
Para hacer alguna actividad en favor de los demás hay que meterle cabeza, corazón e iniciativa. ¿Y quién me da la fuerza? El Señor en la Eucaristía. Ese es parte del ciento por uno. Decía Gabriela Bossis: Él me da la luz para ver que la persona que tengo enfrente es la más importante en ese momento.
Nos espera una labor inmensa; si hacemos las cosas como deben ser, vamos a llegar a lo que Dios espera de nosotros. San Josemaría decía: Soñad y os quedaréis cortos.
Una chica universitaria comentaba: Hacía mi oración y le decía al Señor: Mi profesor está seco, como esa planta. Terminó su oración, se acercó a la planta y vio unos despuntes verdes. Vio que siempre hay esperanza, aunque no parezca.
Hay que aprovechar hasta el último minuto, para eso, ayuda tener interés para vivir la novedad de la vocación cristiana cada día, en cada norma de piedad, en cada reunión de familia, en cada ocasión.


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