Sé casto y alegre
La abstinencia sexual es importante porque si no se dan la castidad,
continencia y pudor no se da el amor. Y lo único que puede hacernos felices es
el amor.
La castidad no
es un asunto de represión de los sentimientos y tentaciones sexuales sino una
integración exitosa del don de la sexualidad dentro de la persona entera. El
contenido sexualmente explícito en blogs, mensajes, y fotos en las páginas webs
sociales son también otro de los caminos que violan la castidad. La pornografía
difama la intimidad del acto marital e injuria la dignidad de los que la ven y
participan.
Hasta que la persona entiende qué es “ser persona” se puede hablar de
pudor, de dignidad humana, de castidad. Las crisis en el matrimonio y en el
noviazgo se dan porque no se sabe qué es
la persona ni qué es el amor.
Todo lo que penetra a nuestros sentidos —ojos, oídos, tacto, gusto—,
penetra en nuestra conciencia. Hay que saber qué está bien y que está mal, pero
para reconocer el bien hay que llevar una vida honesta, hay que ser virtuoso.
En su último libro Juan Pablo II dice que sin Jesucristo no hay bien.
La pornografía
y la violencia son viejas realidades que muestran la cara turbia de la
naturaleza humana. Nadie está inmune a
pornografía. Los niños y los jóvenes son especialmente vulnerables a ella. En
México, el avance de la pornografía ha provocado un aumento del 300% en el
índice de madres solteras menores de edad (Cf. Dr. Luis Castelazo, XVI Congreso
Nacional de Pediatría).
Hemos de entender al otro como “otro yo” porque la persona vale por sí
misma. El otro no es un objeto, es “alguien”.
Yo soy libre, yo me hago; hago la vida que quiero, por eso no hay que
echarle la culpa a las circunstancias. Hay que volver a las cosas mismas. Hay
que dejar que la realidad hable, que se muestre. Hay que eliminar los prejuicios.
Hay que ser sinceros.
Si cuesta vivir la pureza se han de evitar las “ocasiones próximas” a
caer, ser templados, moderados, no emborracharse, leer buenos libros, no estar
ocioso y ver buenas películas… y jamás, la pornografía, ya que nos puede
enredar. Es adictiva como el tabaco y el alcohol, pero hace más daño. Cuando
parece imposible vivir la castidad hay que pensar que muchos adolescentes la
viven porque cuidan su mirada, se confiesan seguido y acuden a la ayuda de la
Madre de Dios, Refugio y fortaleza nuestra.
Vivimos tiempos difíciles. Solos, no podemos.
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