Sharik
Alexander Solyenitzin narra un cuento publicado en 1978:
En mi
patio un chico tiene encerrado a su perro, Shanik. Lo tiene así desde que era
un cachorrito. Una vez fui a llevarle huesos de caldo humeante y aromático,
pero justo en ese momento el chico soltó al pobrecito.
La
nieve en el patio era copiosa y blanca. Sharik, lleno de júbilo, da vueltas por
el patio, salta como una liebre, el hocico lleno de nieve, corre por todos los
rincones, del uno al otro… Se me aproxima, todo velludo, salta alrededor de mí,
huele los huesos y vuelve a correr.
“No
necesito yo tus huesos… denme solamente la libertad”.
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