Un mariachi en Canadá
¡Al fin una noticia
alegre! Alex Alegría emigró en 1996 de Acapulco a Vancouver, Canadá, con la
intención de estudiar turismo. Originario de Tuxtepec, Oaxaca, no pudo estudiar
y tuvo que trabajar: fue ayudante de pintor, mecánico, carpintero, albañil,
jardinero y barrendero. Sin conocidos y sin dominar el idioma, un día Alejandro
se lanzó a cantar en las calles vestido de charro. Narra él mismo: Entonces
pasó un chinito y me dijo: “Oye, yo toco el violín, y he visto que el mariachi
tiene violines, ¿me das chance de tocar contigo?... Se puso a tocar conmigo, él
su onda clásica y yo mi onda ranchera”, recordó. “Al ratito pasó un trompetista
y me dijo: ‘son trompetista, toco jazz, ¿me das la oportunidad de tocar
contigo?’. Después fuimos un grupo de cuatro. Alguien me ofreció un contrato
con tal de que fuéramos siete, y todos estuvieran vestidos de charros. Este fue
nuestro reto y el inicio, un 5 de mayo del 2003”.
Alex
aprendió a tocar en Tuxtepec. En la preparatoria un amigo le enseñó lo esencial
y él siguió con los libritos de Guitarra fácil.
Actualmente
los Dorados es un mariachi integrado por doce músicos. En los violines están
Patrick –nativo de Canadá-, Michael y Matthew, de Ucrania; Jefrrey Chou, de ascendencia china; Paul
Chan, taiwanés, y Boris de Polonia. En las trompetas, Mark d’Angelo, italiano y
el inglés Jeremy Vint; en el guitarrón, el canadiense Diego Kohl, y en la
vihuela un mexicano, Ricardo Ochoa. En las guitarras están Alegría y el
filipino Roberto Florecio.
Lo difícil
fue unificar estilos y que aprendieran a tocar si leer, pues estaban
acostumbrados a leer las partituras.
Luego de
tres lustros de intenso trabajo, han logrado ser muy requeridos para tocar en
fiestas, amenizar reuniones y llevar serenata. Son invitados a festivales
internacionales. Han grabado tres discos y preparan un libro.
Observan que
la música mexicana está en auge y que muchos conocen algunas canciones por las
películas antiguas mexicanas.
“Haber
llegado a este país me volvió mariachi y estoy muy orgulloso de ellos”,
comenta. Añora su tierra, su lengua, su gente y, sobre todo, la comida. “No me
arrepiento porque no me he ido, soy mexicano aquí y allá. Quizás mi misión en
la vida fue traer la música mexicana a este país”.
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