A usted le debo mi felicidad
Hace
muchos años, en la Escuela Libre de Derecho, cada vez que en el aula de clases se
tocaba el tema del aborto, una alumna brincaba para defender el “derecho” a
abortar. El profesor le daba argumentaciones a favor de la vida pero ella no
cedió durante el año académico.
Pasaron
unos años y, casualmente, se encontró la alumna de nuevo con su profesor, y ésta
le comentó:
- ¡A
Usted le debo la felicidad de mi vida!
El maestro estaba perplejo, y preguntó: - ¿Por
qué?
-
Porque siendo soltera quedé embarazada. Sus argumentos pesaron más que los míos
en mi conciencia y decidí tener al bebé, y ahora es mi mayor alegría.
Una
nueva vida siempre es una buena noticia. Si no llega en el momento adecuado
para la madre, siempre está la puerta de la reflexión, de la paciencia y de la posible
adopción. Pero no la puerta falsa del aborto.
El
debate del aborto propalado en los medios de comunicación muchas veces deja de
lado un aspecto crucial: la forma cómo el aborto daña a la mujer y el detalle
de estos daños. Una sólida defensa del derecho a la vida y a la información
hace imprescindible que se informe adecuadamente sobre los nocivos efectos
producidos en las mentes de las madres que tiraron sus niños a una cesta de
basura. Las consecuencias van desde la
infertilidad hasta el cáncer de seno, pero ¿qué tenemos acerca de las
consecuencias psicológicas científicamente documentadas?
Debido
a las modernas técnicas de asepsia, a los potentes antibióticos disponibles, y
a tecnología más avanzada, es muy difícil ver por qué una mujer corre riesgos
en un aborto. Los partidarios de la despenalización del aborto citan los
posibles daños psicológicos que sufren las mujeres que dan a luz un niño no
deseado, pero la evidencia científica continua acumulando evidencia científica
que prueba lo contrario: El aborto es más nocivo psicológicamente que llevar el
embarazo a término y dejar que el niño nazca. Esto sucede porque los argumentos
a favor de la despenalización del aborto están construidos sobre bases
ideológicas, no sobre la realidad. Lo que nos dice el sentido común – que una
madre sufre espiritualmente al terminar con la vida que crece dentro de ella-
ha sido confirmado por la evidencia empírica de un estudio seria y
objetivamente ejecutado como el presente.
De modo
que ¿para quién puede ser bueno el aborto? Ronald Reagan dijo en 1980,
"Dense cuenta que todos los que están a favor del aborto es porque ya han
nacido”. Sin embargo, además del evidente atentado contra la vida del niño por
nacer, la mujer también se constituye en víctima del aborto.
La mujer también es víctima en un aborto
En este
estudio, que podría ser el más grande de su tipo, Fergusson y los científicos
de su equipo de investigación examinaron las consecuencias psicológicas del
aborto en mujeres neocelandesas de 15 a 25 años de edad. Esto es lo que
concluyeron en dicho estudio: “41% de las mujeres han quedado embarazadas por
lo menos una vez antes de los 25 años, y 14.6% tuvieron un aborto. Aquéllas que
tuvieron un aborto elevaron sus tasas de problemas de salud mental subsecuentes
incluyendo depresión, ansiedad, comportamientos suicidas y desórdenes
relacionados al uso de sustancias adictivas. Esta asociación persistió después
del ajuste hecho con otros factores concomitantes”. En este estudio de
investigación, que es quizás la mejor y la más grande que se ha hecho en esta
materia, se ha determinado que el aborto desencadena problemas mentales en las
mujeres, especialmente si se trata de jovencitas adolescentes (Steven W. Mosher).
El
aborto destruye la salud psicológica de las adolescentes. Un reciente estudio
hecho sobre una amplia muestra poblacional acaba de presentar estadísticas
dramáticas al confirmar que las mujeres que habían tenido un aborto
intencionado tenían una alarmante probabilidad de 78.6% de tener depresión.
En 2007
la Suprema Corte hizo una investigación en todos sus Tribunales para conocer el
número de casos de aborto tramitados en los últimos 15 años, resultando solo
195 casos en todo el país, según lo hizo saber la prensa nacional. ¿Qué hacemos
que no damos marcha atrás? Estamos desquiciando a muchas mujeres al permitir el
aborto sin informarles lo que pasa realmente.
En vez
de educar en la abstinencia, se educa en la promiscuidad, facilitándoles a los
jóvenes condones y medios anticonceptivos.
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