Cuatro estrategias que usa Satán para desviarnos
El orden
cristiano presupone creer en Cristo y su ley. Como resultado, los cristianos
organizan a la sociedad en función de esta ley, y de esto provienen el orden y
la paz. Cuando una sociedad defiende la ley de Dios y rechaza la maldad en
todas sus manifestaciones, existen todos los elementos para el progreso y la felicidad
relativa que da esta vida.
En los
tiempos modernos, el gran triunfo de Satanás ha sido socavar este concepto de
sociedad, sobre todo, ha buscado destruir de nuestra mente la idea de una lucha
entre el bien y el mal. Por lo tanto, emplea varias estrategias para mantenernos
fuera de la batalla.
Primera estrategia: privar a los
cristianos de un enemigo
Él ha
buscado por todos los medios hacer que no se crea en él. Alienta una cultura
que difunde la idea de que él no existe. Una vez que su existencia es
cuestionada, hay sólo un paso para convencer a la humanidad de que el pecado en
cualquiera de sus formas, tampoco existe. Por lo tanto, la incredulidad ante
Satanás destruye la necesidad de luchar contra nuestros vicios o deseos
malsanos. Se piensa entonces que el mal es un tipo de “enfermedad” que se puede
curar con un tratamiento psiquiátrico. Las personas son inducidas a creer que
las cosas pecaminosas suceden porque las personas están mal informadas o mal
educadas. Otros afirman que las malas acciones son el resultado estructuras
sociales opresivas.
Satanás hace
todo lo posible para promover una sociedad que prive a la persona de la lucha
entre el bien y el mal, y por lo tanto entre Dios y él mismo. Él priva a las
personas del sentido de pecado.
Segunda estrategia: privar a los
cristianos de un aliado
No creer en
Satanás está conectado con no creer en Dios. Con esta estrategia, el diablo nos
priva de nuestro mayor y más poderoso apoyo en la lucha contra el mal. Nos
priva de los medios para alcanzar la victoria, ya que Dios siempre triunfará
sobre el diablo.
Al promover
la incredulidad en Dios, es fácil convencer a la gente de que el bien moral no
existe. La gente "buena" no debe luchar contra el pecado, sino sólo
hacer concesiones y mostrar "compasión" hacia el pecado. Se afirma
entonces que la sociedad no debe promover un concepto de bien moral, ya que el
bien es una cuestión opinable. Se llega al relativismo: todo es relativo, nada
es absoluto.
Tercera estrategia: disfrazar el mal
haciendo que se vea como bueno
Incluso
destruyendo las nociones de bien y mal, el diablo encuentra difícil lograr que
la persona practique lo malo, ya que es contrario a nuestra naturaleza, por
ello, a menudo el diablo necesita disfrazar
el pecado para llevarnos a la perdición.
Satanás es
un experto en determinar el momento apropiado para atacar. Él mira a la
sociedad y entiende sus disposiciones, necesidades, deseos y circunstancias. Él
sabe que será derrotado si sugiere directamente pecar a una gente recta. Por lo
tanto, confundirá a sus víctimas al desorganizar sus sentimientos; él sugerirá
algo aparentemente loable como un medio para desviar a la persona a un fin perverso.
Dirigirá y confundirá a toda la sociedad al proponer que los hombres busquen
cosas que parezcan útiles pero que en realidad no son buenas. Él disfrazará el
mal del aborto, por ejemplo, como un acto de "compasión" hacia la
mujer, sin mirar al hijo. Satanás nos sugiere que la satisfacción de nuestros
propios deseos y ambiciones (por legítimas que sean) es más importante que
hacer la Voluntad de Dios. Él promueve una sociedad donde prevalece la regla
del dinero y el poder, y el honor de Dios se deja de lado.
Cuarta estrategia: cambiar el orden
de las prioridades de una persona
Finalmente,
Satanás busca cambiar las prioridades de las personas favoreciendo una cultura
que anima a las personas a centrarse en sí mismas, favorece el egoísmo y la
sensualidad. De hecho, Satanás trató de hacer esto con Cristo mismo cuando
sufrió hambre después de ayunar durante cuarenta días y noches. "Y vino el
tentador y le dijo: 'Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan
en pan'" (Mateo 4: 3).
Santo Tomás
de Aquino habla de esta acción del diablo como de una perversión del orden adecuado de las
cosas. Por el Pecado Original heredado de Adán y Eva, tendemos al desorden.
Satanás saca provecho de esta tendencia al poner las cosas patas arriba.
¡Defiéndete!
Para luchar
contra la acción de Satanás, debemos estar convencidos de que Dios "no
permitirá que seamos tentados más allá de nuestra fuerza" (1Corintios
10:13). Dios permite la tentación, pero al sufrir y resistir las tentaciones,
con la ayuda de Dios, podemos salir fortalecidos y aumentar nuestro amor a Dios.
Cuando toda la sociedad se resiste a Satanás, conduce a un orden que conduce a
una vida virtuosa común.
Cuando
Satanás emplea estas estrategias en contra nuestra, contamos con el recurso a
Dios y a su Santísima Madre. Hemos de participar en esta lucha cultural que
Satanás promueve. Santo Tomás enseña que Dios permite que los justos sean
tentados a fin de mostrarles la grandeza y la fuerza que sólo la gracia puede
otorgarles.
En otras
palabras, siempre y cuando nos comprometamos en la lucha personal contra el pecado,
podemos estar seguros de la victoria y del regreso al orden. Dios nos necesita,
quiere que como hijos seamos sus amigos y colaboradores y, con la fe, nos
asegura la victoria.
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