Me lleva la tristeza
A la tristeza la
encontramos en la música; en la literatura; en los libros de Historia; en las
crisis económicas; y en todos los niveles: personal, familiar, social y
mundial. Lo cual suena absurdo, pues el ser humano tiene ansias insatisfechas
de felicidad. El hombre fue creado para ser feliz... ¿Entonces...? ¿Qué nos
está pasando?
A mediados del siglo
XX la tristeza se nacionalizó dentro de la Filosofía, y en el Registro Civil se
le dio el nombre de Existencialismo Ateo, se casó con una libertad de malas
costumbres y procrearon el movimiento hippie. Todo ello sucedió poco a poco
mientras viajaban por los países de primer mundo. Más tarde se pasearon por los
países pobres, en los que no faltó la piratería que convirtió a muchos rebeldes
sin causa en extravagantes réplicas de tal movimiento y, como suele suceder,
todo aquello quedó en nada. Hace menos años apareció el “New Age” tratando de
crear una religión al gusto del consumidor y... lo mismo. La historia se
repitió.
El capitalismo
liberal y materialista tiene ya mucho tiempo prometiéndonos la felicidad a
través de la adquisición de bienes de consumo, viajes y planes de diversión
inmejorables, y todo ello a los mejores precios.
Sheila
Morataya-Fleishman se pregunta: ¿Por qué habemos
tantas mujeres deprimidas hoy en día? Una respuesta podría ser el que vivimos
en medio de un mundo totalmente artificial que quiere enamorarte a través del
deslumbramiento de los ojos y la exaltación de los sentidos. Modas, olores,
sabores y casi todos los productos en el mercado creados para la mujer moderna
llevan un mensaje: como mujer eres especial, lo vales, lo mereces, debes ser la
número uno en el corazón de tu amado, y si no es así, estás perdida. Hoy día si
estás embarazada la gente se preocupa y te pregunta si estás preparada para la
depresión post-parto. ¿Tendría tiempo la mujer de antaño de pensar en esto?
El asunto de la tristeza viene de lejos. Es más. Ahora caigo en la
cuenta que ya desde Adán y Eva salieron del Paraíso tristes, desnudos y
avergonzados y, todo ello por no quererse someter a los planes de Dios. (De Alejandro
Cortés: alejandrocortesgb@gmail.com).
Comentarios
Publicar un comentario