Relaciones interpersonales sanas y amistades tóxicas
Valor de las relaciones interpersonales
Una de
las cosas que dan más alegría es tener amigos. Los amigos contribuyen al
fortalecimiento de la identidad y protección de nuestra salud y futuro. Constituyen
un oasis en medio del mundo real, lleno de tempestades y obstáculos. Los amigos
nos ayudan a llenar los vacíos emocionales y nos ayudan a recordar quienes
somos realmente.
Una madre de familia le decía a su hijo: “Enséñame a tus amigos y yo te
enseñaré tu futuro”. Otra madre de familia comentaba: “Los hijos son educados
de la misma manera y con las mismas circunstancias. Observo que luego se van
diferenciando por varias influencias que reciben y, entre ellas, quizás la más importante
sean las amistades que eligen”.
Con profunda intuición, San Jerónimo aconseja evitar las amistades
equívocas o que disipan ya que “a duras penas lograrás corregirte de las cosas
a las que a las que te vas acostumbrando tranquilamente”.
La amistad es el instrumento mediante el cual Dios revela a cada uno las
bellezas de todos los demás. C.S. Lewis dice que resulta imposible amar a un
ser humano simplemente demasiado. El desorden proviene de la falta de
proporción entre ese amor natural y el amor de Dios. Es la pequeñez de nuestro
amor a Dios, no la magnitud de nuestro amor por el hombre, lo que lo constituye
desordenado.
Hace unos años le preguntaron a una muestra de jóvenes de Londres y de
Bostón: “¿Qué te haría feliz?”. El
80% contesto: el dinero. El 50% contestó: ser famoso. Siguieron en contacto con
la muestra, y cincuenta años después les preguntaron a esos mismos jóvenes: “¿Qué te hizo feliz?”. Y contestaron que
las relaciones interpersonales, que se dividen en tres tipos:
· Convivencia con
la sociedad: cuando hay calidad en las relaciones.
· La amistad con
quienes vivo: Padres, hijos, cónyuge, compañeros, cuando hay capacidad para
resolver conflictos.
· Saber que cuento
con alguien que va a ver por mi en la vejez, que alguien me va a ayudar si pasa
algo.
Después de decenas de años de investigación, en la Universidad de los
Ángeles, se identificó que existen sustancias químicas producidas por el
cerebro que ayudan a crear y mantener lazos de amistad.
Los investigadores se sorprendieron con los resultados del estudio.
Cuando es liberada la hormona oxitocina como parte de la reacción frente al
estrés, los amigos sienten la necesidad de agruparse. Y cuando los amigos se
juntan, se produce una cantidad aún mayor de oxitocina, de dopamina (estimula
el amor y la ternura) y de fenilananina (genera entusiasmo y alegría), que
reducen el estrés más agudo y más bien provocan sensaciones agradables y
divertidas.
Paralelamente, otro estudio demostró que los lazos
emocionales auténticos, sinceros y leales, contribuyen a reducir riesgos
relacionados con la presión arterial
y el colesterol.
Tener amigos nos ayuda no solo a vivir más, sino también
a vivir mejor. Un estudio sobre la salud indica que cuantos más amigos
tengamos, mayores son las probabilidades de llegar a viejos sin problemas
físicos y con salud plena.
La amistad ayuda a superar los momentos críticos, como
la muerte del cónyuge o de un pariente cercano, y se percibió que quien puede
confiar en un ser muy amado, o en sus amigos, reacciona y se recupera en un
lapso menor que aquéllos que no tienen nadie en quien confiar. La amistad
constituye una excelente fuente de alegría, fuerza, salud y bienestar.
La
mujer conecta con cada persona de los modos más diversos, y brinda sistemas de
apoyo que ayudan a manejar el stress y las dificultades de la vida. Esta
cualidad de la mujer ayuda a los demás a crear serotonina, un neurotransmisor
que ayuda a combatir la depresión y a crear un estado general de bienestar. Las
mujeres suelen compartir sus sentimientos, mientras que el hombre es más
cerebral y crea relaciones para la actividad, pero raramente habla de lo que
siente. El varón habla del trabajo, del estudio y de los hobbies, pero de sus
sentimientos raramente habla. En cambio, las mujeres siempre hablan de ellos.
Los
varones piensan que cuando hacen ejercicio están fortaleciendo el cuerpo, y es
verdad, pero también lo fortalecen cuando salimos con amigos. En resumen, la
capacidad de hacer y mantener amistades ayuda a la salud, y no tener amigos es
tan peligroso para la salud como el vicio de fumar o tomar.
Es voluntad de Dios que el ser humano se desarrolle en comunión con sus
semejantes. En la misma naturaleza humana está inscrita la necesidad de crear y
mantener lazos de solidaridad con los
demás. Ahora bien, hemos de entender la amistad en el sentido más pleno, no
solamente para dar cariño sino para comunicar la Verdad. La amistad se puede transformar
en vehículo para transmitir el tesoro divino que llevamos dentro.
((Si resulta
largo, aquí se le puede cortar))
Cuando tenemos una conversación profunda con algún amigo o amiga, vemos
que no hay deleite mayor. El “yo profundo” tiene una indecible fascinación, y
es en el encuentro amistoso donde no se teme liberar el secreto sentido de su
ser. San Agustín hace un elogio de la amistad. Escribe: “Dos cosas son
necesarias en este mundo: la vida y la amistad. Dios ha creado al hombre para
que exista y viva: en eso consiste la vida. Mas para que el hombre no esté
solo, la amistad es también una exigencia de la vida (San Agustín, Sermón 16,1,
PL 46, 870). Y además, si no tenemos amigos, ninguna cosa de este mundo nos
parecerá amable.
El 11 noviembre de 1974, el Papa Paulo VI dijo: El misterio de la
iniquidad está contaminado y es contaminante, está pervertido y es pervertidor.
Se juntan tres amigos católicos y un drogadicto, ¿quién cambia al otro? Muchas
veces prevalece el mal por falta de convicciones de los creyentes. Los buenos
amigos, curan; los malos amigos, contaminan, pervierten.
Las amistades pueden ser una escuela de virtud, pero también una escuela
de vicio, como se ve en las llamadas “amistades tóxicas” o “malas compañías”
que llevan a alejarnos de la felicidad, de la verdad y del bien. A veces a
alguien que creemos nos ama bien, en realidad nos aleja del fin para el que
estamos hechos. Estamos hechos para ir al Cielo y una mala amistad o un mal
amor, nos desvía; es decir, nos puede hacer perder la felicidad eterna.
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