EL “DONJUANISMO”
El
donjuán es un conquistador empedernido. Ama a las mujeres del mismo modo que un
zorro ama a las gallinas, para su provecho propio. Pero es selectivo, las
presas favoritas son aquellas que parecen más difíciles. Les encanta
coleccionar trofeos entre mujeres vírgenes y también de casadas.
Su
instinto resbala de mujer en mujer, sin encontrar jamás a la mujer, y esta es
su tragedia, decía Gregorio Marañón.
Hemos
oído casos de un hombre divorciado que va de flor en flor, un donjuán, que no
sabe amar porque ahorita le gusta una y al rato la deja por otra, pero que le
ayuda a su ego el ver que sabe seducir jovencitas sin experiencia. Para ese
varón la vida es diversión y darse baños de autoestima, pero no ve que le puede
romper el corazón a las mujeres adolescentes y puede acabar con el futuro de
ellas.
A
las chicas se les habla poco del valor de la pureza, de la castidad, de que
valen mucho y no hay que entregase al primer hombre que les dice: “¡Pero qué
linda estás!”. Sino que cada uno ha de pensar en tener un proyecto de vida
elegido libremente, no impuesto por las circunstancias. Cada uno es autor de su
existencia, protagonista de su vida. El hombre no vale por lo que tiene ni por
lo que es, sino por lo que decide.
Cuando
la mujer no se ha enamorado del todo, aún está a tiempo de huir del peligro.
Cuando una persona no se quiere enamorar –porque ve que no le conviene o porque
es demasiado joven- hay una fórmula infalible: Guardar la vista. Ver pero no
mirar fijamente a los ojos. Si guardas la vista guardarás el corazón.
Si
la chica se enamora la pasión la va a cegar y luego no habrá modo de retirarla
de una cadena que la puede convertir en esclava o del peligro de contraer una enfermedad
física, mental o de sufrir una obsesión: Ya no piensa más que en él. Pero todo
tiene solución: hay que dejar espacio, dejar de verle, y dejar que pase el
tiempo.
Un
investigador norteamericano, Patrick Fagan, después de varias encuestas
concluye que la pobreza o riqueza de un país está en la sexualidad de su gente,
en que se viva bien: los casados, en la fidelidad a su cónyuge; los solteros,
viviendo la abstinencia sexual.
La
chica que se involucra con un donjuán o un hombre casado, no se pone a pensar
que va a destruir una familia ya constituida, y si él es divorciado, de todos
modos podría recomponer su familia si fuera el caso. No hay que interponerse
entre personas comprometidas cuando hay miles de chicos solteros, inteligentes
y no tan maleados. Estos seductores son excelentes escuchadores de los dramas
femeninos y buenos conversadores, lo que los hace irresistibles. Son
detallistas y están muy pendientes de la impresión que causan. La mujer se deja
llevar por el oído, es decir, por lo que escucha; aunque él no sea tan bien
parecido, si habla bien, si es dulce, capta el corazón para la desgracia de la
mujer en turno. El don Juan llega al sexo sólo si la mujer está dispuesta, no
ejerce violencia, trata de usar sutiles galanteos. Por eso son peligrosos,
viven entre el secreto y la mentira.
El
libro de don Juan Tenorio, del escritor de José Zorrilla hace afirmar a su
personaje: “Dame un día para enamorarlas, otro para conseguirlas, otro para
sustituirlas y una hora para olvidarlas”.
Las
personas que padecen de donjuanismo son incapaces de crear estímulos estables.
Sus retos tienen que ver con la cantidad y la calidad de sus conquistas. No
quieras ser una más en su lista. Esto también le puede pasar a las mujeres,
quieren tener una lista de varones a los que han seducido o a quienes han
llevado a las relaciones íntimas. Esto lleva a querer más, más, más, y a sentir
un mayor vacío existencial. Porque la mayoría de las personas quieren un amor
para siempre, no para pasar el rato.
La
gran mayoría de los afectados no son tratados por psiquiatras y fallan en lo
más importante: “No saben amar”, solo saben disfrutar, explotar, hacerse el
simpático para buscar la entrega incondicional de la mujer. Son unos maestros
en el arte del engaño, y no sólo embaucan a las mujeres sino a ellos mismos. Su
autoestima crece al ritmo de su lista de ligues. El mujeriego necesita
reafirmar su hombría ante los otros hombres, por eso hace alarde de sus
conquistas aunque con ello se lleve la buena fama de las mujeres.
Si
no son depravados, habría que decirles: “Trata a las mujeres como te gustaría
que trataran a tus hermanas y a tus hijas”.
BLOG:
Amorynoviazgi.wordpress.com
Becky Reynaud
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