Recuperar la inocencia
Segunda
virginidad
Todos hemos sentido que algo se quiebra en nuestro interior
cuando alguna experiencia nos ha hecho perder algo de nuestra inocencia
infantil, y nos ha aproximado a la vida adulta, quizás de un modo doloroso.
Esto se hace más patente en el campo de la sexualidad, que a menudo se vive
desconectado del amor y del compromiso.
Algunos jóvenes inician su vida sexual a edad temprana,
pierden la virginidad y piensan que no hay remedio. Después de una comprensión
más profunda de la sexualidad humana han querido vivir la castidad pero no
encuentran el camino. La buena noticia es que se puede recuperar la virginidad
del corazón, con ayuda de Dios.
No se trata de cambiar el pasado. La virginidad va más allá
de lo físico. Jesús dijo: “Todo aquel que mira a una mujer deseándola, ya ha
cometido adulterio con ella en su corazón” (Mateo 5, 27-28). Ese hombre perdió
la virginidad del corazón aunque conserve la del cuerpo. La gran renovación que
Jesús trajo a la religión judía fue convertirla en una religión del corazón y
no del cuerpo, una religión del interior, y no del exterior; porque desde el
interior se santifica el exterior, y desde el corazón se santifica el cuerpo.
Si después de que un corazón ha caído arde en deseos de ser
casto ¿no afectará también al cuerpo? Es posible restaurar en el corazón la
virtud y el deseo de la castidad. Si limpias tu corazón, tu cuerpo quedará
también limpio. Si el Señor limpia con su gracia las impurezas de tu corazón,
éste quedará limpio. Si en tu corazón se enciende la luz de la castidad y el
fuego de la virginidad, también resplandecerá en tu cuerpo. El Señor te puede
dar un corazón virginal, y a partir de ahí puedes restaurar tu virginidad.
Lo que sucede a nuestro cuerpo afecta a nuestro corazón y
viceversa. No hay nada más hermoso que una mirada pura. No hay nada más sublime
que un joven que, arrepentido de haber perdido la virginidad, ame con castidad
a una mujer y se capaz de mirarla con pureza y de saber esperar, para vivir con
ella el amor tal y como Dios lo quiere.
Para la Biblia el corazón es el centro del alma y de la
personalidad, es el reducto más sagrado que tenemos, donde se juega todo, donde
se libran las grandes batallas y se toman las decisiones; ahí es donde mora el
Señor. Cuando alguien deja atrás su vida de pecado, y deja que la gracia
restaure la virginidad en su interior, adquiere un corazón indiviso para amar.
Si alguna persona tiene relación con varias personas se
pierde la unidad de corazón. Pero la gracia de la restauración es grande y
vuelve a unir el corazón. La integridad virginal es la capacidad de ser uno, de
unificar todas las fuerzas del cuerpo, el alma, la mente y el corazón, para
entregarse al plan de Dios en la propia vocación.
La sexualidad incide en lo más profundo de nuestro corazón,
pero no mancilla todo nuestro ser como una gota de tinta que cae en el agua.
Cuando el corazón está herido por el pecado y pierde su pureza, está como
muerto, pero el agua del Espíritu lo puede sanear si quiere ser sanado. El
Espíritu Santo es capaz de eliminar toda la fuerza del pecado y de renovarlo
completamente.
Por el Sacramento de la Confesión podemos destapar el caño,
quitando todo lo que lo obstruye e impide que brote la gracia y viene la
alegría del perdón de Dios. Puedes pedir al Espíritu Santo que sane y unifique
tu corazón, que te devuelva la integridad y que te conceda nacer de nuevo.
Dios nos ama con todo su corazón, y está empeñado en
nuestra felicidad más que nosotros mismos. Él es el amor eterno, nos ha creado
por amor, y nos llama a compartir su misma vida, a vivir eternamente en
comunión con él. No es aburrido, al contrario, lo aburrido es vivir sin Él.
Nosotros muchas veces le damos la espalda y buscamos nuestro propio camino.
Entonces el Corazón de Dios queda herido de amor, y viene a buscarnos. Este
drama de amor recorre toda la historia de la salvación.
Cree en el poder de Dios que puede regenerar el corazón de
tu novio, de tu novia y lo hace virginal de nuevo para ti. Aprende la lección
para que una vez restaurado no peques más.
Hay un libro que amplía este tema, escrito por Jesús María
Silva Castigniani. Se llama Virginidad
2.0. Recuperar la inocencia, Freshbook.
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