Un rabino se hace cristiano
Zev creció como judío ortodoxo, su padre era rabino. De
niño le preguntaron qué quería ser y contestó que rabino. Su padre le advirtió
desde niño que huyera de quien hablara de Jesús. Su padre tenía una enorme
librería con muchos libros judíos. Un día le preguntó a su padre: “¿Por qué
tenemos tantos libros sin la Escritura basta?”. A lo que contestó: “Porque hay
que conocer las diversas interpretaciones de los rabinos. Hay que leer el
Talmud”.
Se sentía presionado en su escuela. Su familia tenía
conexiones con personas de Israel, así que allá se fue e ingresó al ejército de
Israel. Se sintió libre y empezó a asistir a los lugares de diversión y a
conocer lo mundano. Un día llegó un chico con el Nuevo Testamento y él lo rechazó,
pero el chico persistió dos años. La Tanah le hizo ver que Yeshúa podía ser el
Mesías. Hizo una investigación histórica, leyó al profeta Daniel y quedó más
confundido. Decidió visitar a su abuelo, le planteó preguntas y él se puso
nervioso, enojado y no pudo contestarle. Consultó luego a 32 rabinos y recibió
26 respuestas diferentes. En el fondo pensaba que Jesús podía ser el Mesías
pero no lo aceptaba fácilmente. Decidió habar con el principal rabbí en
Jerusalén (ahora lo es de Tel Aviv). Lleguó a su oficina con la Escritura y le
contó de las respuestas diversas de los rabinos. El contestó:
- Recibiste 26 respuestas diversas porque la Escritura
tiene 70 caras.
A la salida Zev pensó: “¿He vivido toda mi vida engañado?”.
No sabía qué hacer. Sintió una enorme alegría pero no podía aceptar a Jesús.
Dios le habló a través de una nube que brillaba. Era una noche muy fría, su
cama estaba empapada de sudor, se levantó a las 3 am, y él narra que una voz
interior dijo dos veces: “Lo que dice Isaías 53 se refiere al Mesías de Israel.
Nunca había sentido la presencia de Dios Padre, mi corazón estaba en llamas. Mi
esposa tiene antecedentes chinos y era budista”. Le dije a mi esposa: “¡Jesús
es el Mesías!”. Ella me mandó a la cama. Pero después de leer el Nuevo
testamento dos meses, creyó en Jesús y tiró a su Buda.
Le llamó a su madre y le dijo que creía en Jesús. Su madre
le dijo: “Tu padre se ha de estar revolcándose en la tumba por lo que has hecho”.
Y colgó.
Su cuñado era rabino y le dijo: “No debes de leer la
Biblia, debes de leer sólo sus interpretaciones”. Si le preguntan a mi hermana
por mí, dirá que morí.
Estaba trabajando en una compañía médica en Israel en donde
le daban carro nuevo cada año y le pagaban bien. Estuve 12 años en esa
compañía. Una vez me llamó el jefe, que era judío por tradición, y preguntó: “¿Crees
en Jesús? No quiero que conviertas este lugar en un sitio de secta, así que ya
no trabajas para mí”. Tenía dos años en creer en Jesús. Lo dejé pasar y recé
por ellos.
Ser un judío mesiánico que busca trabajo en Jerusalén es problemático,
así que terminé trabajando en un restaurante como mesero. Mi jefe era árabe.
Nos hicimos amigos. No tenía dónde vivir y me fui a la playa de Tel Aviv con mi
mujer. Mi esposa preguntó: “¿Qué clase de bendición es ésta?”. Él contestó: “No
lo sé pero Dios no es el autor del mal más lo permite. Dios tiene un plan y nos
va a bendecir”. Dormimos en la playa tres meses y medio. Cuenta: “Mi esposa
dormía 3 horas y yo velaba y luego ella velaba. Sufrí 26 meses de persecución
severa. Busqué un trabajo y fui a rezar a la Tumba del Jardín a buscar luz y la
encontré”.
“Mi abuelo fue como un padre para mí, falleció a los 87
años y me acordé que cuando le dije de mi relación con Jesús, aventó los platos
y se enfureció”. Fue al cementerio y no le dejaron estar en el funeral. Explica:
“El Espíritu Santo me habló y me dijo que no estaba compartiendo la Buena nueva.
Así que negocié con Él”, dice. Llamó a su madre y le dijo: “Sabath Shalóm”. Su madre estaba contenta
sin embargo le dijo: “No quiero que creas en Jesús”. Acto seguido lo fueron a
ver siete rabinos de Jerusalén, y le dijeron que si lo deseaba, lo iban a
purificar y a dar trabajo de rabino, pero él dijo que jamás iba a renegar de
Jesús. Le escupieron y lo dejaron.
Le leyó la Tanah a un judío joven y éste lo golpeó, le dejó
un ojo morado, vino la policía, pero lo dejaron en paz. Volvió a la playa. Muy
pronto, lo buscó un abogado para decirle que se presentara en una oficina pues
su abuelo le había dejado cuatro millones de shekels, una sinagoga y la mitad
de una casa; pero debía firmar que no creía en Jesús. En caso de no firmar esos
bienes irían a su familia. Él contestó: “No voy a renunciar a Jesús”. Le
respondieron: “Tú firma y haz después lo que quieras, nadie te ve”. Contestó: “Jesús
me ve, dele ese dinero a mi familia y dígales que se los manda Yeshúa”.
Poco tiempo después le llamaron de una compañía, le
ofrecieron trabajo y dinero por adelantado, así que dejaron la playa él y su
esposa y se fueron a vivir a un hotel. Su esposa trabajaba como cocinero y recibió
también un buen dinero de su antecesor. Dios tiene sentido del humor.
Dios nos dio trabajo, dinero y libertad. No importan las
dificultades al final está la victoria con Yeshúa. Aleluya.
Ver testimonio en inglés: https://youtu.be/-s7S2gmzYk4
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