El arte de narrar historias



El Rorro Echávez, influencer de la juventud latinoamericana, da algunos consejos para hablar en público: Al hablar, mirar a toda la audiencia y no sólo a un cuadrante del espacio. No ponernos nerviosos ante un público numeroso ya que, con que le sirva a una persona, basta. Una es mejor que cero.
Luego, da tres tips: El “qué dirán” estorba, le tenemos miedo al juicio de los demás. Nunca se nos va a quitar, por ello es mejor pensar: “¿qué diré yo de mismo?”. Luego, para evitar los nervios, hay que cambiar de pregunta y de estado, del “estoy nervioso” al “estoy emocionado”. Tener presente que compartir es servir, es como ayudar a levantar la basura o cualquier servicio.
Enseña que, valiente no es aquel que no tiene miedo, valiente es aquel que con todo y miedo lo hace. Una persona valiente inspira, porque a pesar de su condición humana, de su fragilidad, lo hace.
Los puntos de inspiración son tres: Nuestra corporalidad (gestos, voz, mirada, porte, etc.). Nuestra mente y nuestra alma: somos uno: cuerpo y alma. Nuestra alma es lo que más inspira y conecta. En suma: “Sé tú”. La autenticidad inspira más que cualquiera otra cosa. Somos seres de historias. Contarlas, porque las personas amamos las historias. Hay que mostrarnos vulnerables, compartir nuestras heridas sanadas. Compartir porqué hacemos las cosas. Muchas historias son las mismas o parecidas que las de otros, y eso les sirve. Así vamos a pasar de personas cómodas a apóstoles. Lo que se nos pidió es ir al mundo y predicar el Evangelio. Al conocer a Jesús, ya conocimos el amor, pero si no transmitimos ese amor, ¿cómo vamos a hacer de este mundo algo mejor? El medio no importa, lo que importa es el fin.
El Rorro cuenta: Hay jóvenes que no se sienten perdonados, con ellos hay que compartir historias de santos que “la han regado” y vuelven a Dios. Compartirles cómo es Dios: es un padre que espera que regreses. En YouTube están varios videos breves del Rorro como: Llora como hombre, Me robaron la bicicleta, Esto me lo preguntó un amigo.
Alguien le preguntó al Rorro qué hace él antes de enfrentarse al público. Contestó: “Antes de hablar invoco al Espíritu Santo y estoy como 15 min. en silencio”.
En su mensaje para la Jornada de las Comunicaciones del año presente, el Papa enseña que “necesitamos respirar la verdad de las buenas historias… El hombre es un ser narrador. Desde la infancia tenemos hambre de historias como tenemos hambre de alimentos… Las historias influyen en nuestras vidas, aunque no seamos conscientes de ello. A menudo decidimos lo que está bien o mal hacer basándonos en las historias y los personajes que hemos asimilado. Los relatos nos enseñan, plasman nuestras convicciones y nuestros comportamientos; nos ayudan a entender y a decir quiénes somos. El hombre no es solamente el único ser que necesita vestirse para cubrir su vulnerabilidad, sino que también es el único que necesita ‘revestirse’ de historias para custodiar su propia vida. No tejemos solo ropa, sino también relatos”, dijo el Papa Francisco en la 54ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (24.05.2020).
Necesitamos sabiduría para crear relatos bellos, y mostrar también la Sagrada Escritura que es una Historia de historias. Nos muestran a un Dios creador y narrador. Dios pronuncia su Palabra, y las cosas existen. “No nacemos realizados, sino que necesitamos constantemente ser ‘tejidos’ y ‘bordados’. La vida nos fue dada para seguir tejiendo esa ‘obra admirable’ que somos. En este sentido la Biblia es la gran historia de amor entre Dios y la humanidad”. El conocimiento de Dios se transmite sobre todo contando, de generación en generación, como Jesús sigue haciéndose presente. El Dios de la vida se comunica contando la vida. La historia de Cristo es siempre actual. A Dios le importa tanto el hombre hasta el punto de hacerse carne e historia. No hay historias humanas insignificantes. Después de que Dios se hizo historia, toda historia humana es, en cierta manera, historia divina. En la historia de cada hombre, el Padre vuelve a ver la historia de su Hijo que bajó a la tierra. Toda historia humana tiene una dignidad que no puede suprimirse, afirmó el Papa Francisco.

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