Para ganar la guerra cultural
Estamos
comprometidos hoy en la lucha más seria que el mundo haya conocido jamás. Para
ganar cualquier guerra, hay que saber tres cosas: (1) que estás en
guerra, (2) quién es tu enemigo y (3) qué armas pueden derrotarlo. No puedes
ganar la guerra si simplemente dices "paz" en el campo de batalla, si
peleas contra tus aliados o si usas las armas equivocadas. Estamos en plena
batalla y, sin embargo, muchas mentes parecen estar en la luna, felizmente
desprevenidos, especialmente los "intelectuales", que están
supuestamente en la cima de los eventos actuales. La noche está cayendo,
"una nueva Edad Oscura" se está tejiendo, como la llama Chuck Colson.
C.S. Lewis tiene un libro titulado Cartas del diablo a su sobrino.
El diablo protagonista se llama Escrutopo y su sobrino es Orugario. Puede ser
difícil seguir la línea de reflexión de Escrutopo, porque todo está de cabeza,
por ejemplo, para referirse a Dios dirá “el Enemigo”.
Peter Kreeft, filósofo norteamericano –católico converso-, toma esta
idea y la aplica a su discurso. Explica que Escrutopo sabe que su negocio es
entrenar demonios para ganar la batalla cultural; es decir, para que ustedes la
pierdan. Aconseja a Orugario: “Especialmente hay que aprender cómo se ataca a
la Iglesia Católica, que es el último bastión de la civilización occidental”.
Escrutopo le dice a su sobrino:
¾ Mi dulce y feo demonio, compartiré
contigo hoy mi sabiduría suprema demoníaca, te daré siete ideas básicas que
debes sembrar en la mente de los católicos y en sus Obispos. Recuerda que Judas
Obispo, fue uno de los primeros Obispos en recibir una recompensa del gobierno:
30 piezas de plata. Hay siete caminos para ir de lo real a lo irreal, de lo
verdadero a lo falso, del ser al no ser, del cielo al infierno. Nuestro enemigo
es el Ser, lo que Dios es: perfecto, infinito, ilimitado, el Ser por
excelencia. Los viajes por estos siete caminos son irreales. Por supuesto, no
debes revelar este secreto sino llevarles a cometer suicidio espiritual. Pon
atención al Masterplan:
1. Politízalo todo, también la fe. Hemos de persuadir a la gente de que
vea a la religión como una especie de política, y a la política como un
sucedáneo de la religión; es una forma de idolatría y sabe que todas las formas
de idolatría son gratificantes. Logra que adoren lo que sea, menos al Enemigo.
Los humanos necesitan lo absoluto, pues bien, logra que absoluticen algo
natural o político y que relativicen la religión y todo lo sobrenatural. Luego,
que vean a las personas lejanas como cercanas, y a las cercanas como lejanas. Logra
que les importen los que están en el otro hemisferio de la tierra, pero no los
que están a su lado.
2. Haz que piensen que todo va
bien, que no hay que cambiar. Que tengan un happy talk. Hay que lograr
que se desconozca la raíz de los males y todos digan: “Todo va bien. ¡Paz,
paz!”, como decían los falsos profetas del Antiguo Testamento. Que no vean los
hechos que empiezan a desunir a las familias para que no les pongan remedio: el
desinterés, el egoísmo, el uso excesivo de la TV o el internet. Que ignoren la
Biblia. Eso nos dará la oportunidad de sorprenderlos. ¡Se sorprenderán cuando
nos vean!
3. Lo organizacional. Hemos de tratar de que la gente tenga “diarrea” de
organizar, que vea a la
Iglesia como una organización que busca el éxito, no como un
organismo; que vean el activismo como la esencia de la caridad: Hacer, hacer, y
pensar poco. La música debe ser siempre sonora, estridente, mejor si tiene
tamborazos o si es rock pesado, ya que lo peligroso es que sean contemplativos,
que tengan ratos de silencio y meditación. Deben de ver la Iglesia como negocio
sin preguntarse por los objetivos de ese negocio.
Si han de rezar haz que hablen todo el tiempo pero que no escuchen. Es
peligroso que dejes que hagan oración, que tenga presencia de Dios y lo adoren.
Eso fue lo que hizo la Virgen su fiat y fue desastroso.
4. Hazles alabar lo nuevo, la moda. La moda consiste en sustituir lo nuevo por lo verdadero, que padezcan
hambre de novedades. Lo nuevo es el periódico. Deben amar lo tenebroso, que se
sientan a gusto con ese ambiente.
Persuádeles a ignorar las armas que van en nuestra contra desde hace
veinte siglos, diciendo que son “preconciliares”: las devociones a la Virgen,
como el Rosario, la misa, la adoración nocturna, el ayuno, encender velas, el
pecado, la confesión… A lo tradicional hay que llamarlo preconciliar. En realidad el Concilio Vaticano II dice lo de
siempre pero como ellos no lo leen, no te preocupes. Jesucristo es
preconciliar, y lo mismo el universo entero.
5. Hazles creer que el igualitarismo es la máxima sabiduría. Hay que
reducir la justicia a igualdad. Hazles pensar que hombre y mujer son iguales,
que no valoren la diferencia. Hemos hecho que el sexo sea emocionante y
aburrido. Las feministas odian la feminidad. Persuádeles de que las devociones
son para la gente anciana. Convence a los varones de que lo realmente
importante son los reportes de sus negocios, el poder, el dinero, la técnica,
los chips… Que no sepan que la mujer es la persona más poderosa del mundo ya
que tiene un alma moral. Que vean a la mujer como un juguete sexual, como un
ser inferior o como otra versión del hombre, como la ven las feministas. Que no
oigan a su esposa cuando les habla de ley natural o de compromiso. Reemplaza a
la Virgen María; no reveles que es el arma principal de Dios Padre, que es la
nueva Eva. ¡Que no descubran la potencia de la Virgen!
6. Que sean consumistas, adictos a las compras, incompatibles con el
sacrificio, incapaces de perdonar; que olviden la valentía y el propio control;
que llamen fanatismo a la fidelidad. Dales a Cristo sin la Cruz. Los musulmanes
aceptan la cruz sin Cristo, por eso están ganando. Cristo con la Cruz
conquistaría el mundo, por eso nunca lo conquistarán. Quien tiene a Cristo sin
Cruz tiene una religión a su modo. Que le tengan más miedo a los musulmanes que
a una sociedad secularizada. Las armas más poderosas con que cuentan son las
mujeres y los niños, hay que dejar que los produzcan los musulmanes.
7. Asegúrate de que les guste la espiritualidad y el gnosticismo; que sustituyan la espiritualidad por
la santidad; la autoestima, por el arrepentimiento; la tolerancia, por el amor;
la filantropía, por la caridad; el temor de ofender a Dios, por el temor de
ofender al hombre.
Convénceles de que los santos son contraculturales, así se volverán
inocuos y no peligrosos. Que el único pecado sea hacer enojar a alguien. Hazles
saber que Jesucristo dijo que el mundo los amaría como lo amó a Él (que hasta
lo mataron). Esta persuasión debe ser inconsciente por supuesto Así les haremos
creer que la verdad es que no hay verdad, que no hay absolutos, todo es
relativo.
Ahora Peter Kreeft plantea siete consejos para ganar la
guerra cultural desde el cristianismo:
Hemos
tenido profetas que nos advirtieron de lo que podía pasar, especialmente Juan
Pablo II, el mejor hombre en el peor siglo.
El primer prerrequisito
para ganar es saber que estamos en Guerra en todo tiempo, pero especialmente en
nuestra época.
1. No te dejes politizar. La
Iglesia no es una institución política porque no se basa en
la fuerza. Si estás en la batalla de Cristo usa las armas de Cristo. La
Trinidad no es un sistema político, es una familia. Hay que “dar a César lo que
es del César”. Una madre a quien se le quería hacer abortar le dijeron que hay
que dar a César lo que es de César. Dijo: “el cuerpo de mi hijo no pertenece a
César. Su bella alma con su bella imagen pertenece a Dios”. ¿Qué le corresponde
al César? Al César se le dan monedas sucias con caras enojadas. La moneda está
acuñada con su imagen en señal de propiedad. “Dar a Dios lo que es de Dios” es
entregarle el corazón con libertad. No te dejes llevar por el pragmatismo,
Cristo te pide unirte a su Reino. Las armas de Cristo son dos: la verdad y el
amor.
2. Cállate y lucha; lucha con palabras, con gozo y justicia porque la
batalla es la más bella y gloriosa. Relee a San Pablo y a Tolkien: allí hay
verdades vividas. Evita las conversaciones frívolas o falsamente optimistas.
Lucha con alegría sabiendo que estás en plena batalla; la vida del hombre sobre
la tierra es milicia; pero levanta la cabeza porque es una guerra gloriosa.
Los enemigos no son los protestantes. “Hay un enorme terreno común entre
católicos y protestantes” (Lewis). Tampoco son los musulmanes, los liberales o
los conservadores, las feministas o los ateos, los terroristas, los
narcotraficantes o la enfermedad.
¿Quiénes son entonces? Los santos lo han sabido: los ángeles caídos, los malos
espíritus. Ellos usan la carne y el mundo para conducirnos al pecado.
3. No seas una persona “organizacional”, que vive de organizaciones y plannings. Si eres católico eres parte
de un organismo, no de una organización. Sé Martha y María. No seas Martha
cuando reces, sé contemplativo, sé realista. Si eres fiel serás probado,
zarandeado, hecho añicos. El mundo real es en el que Dios está presente.
4. De la moda toma lo que acomoda. Olvida lo novedoso. Sólo hay un
absoluto en la historia, una realidad sobrenatural, presente en la Eucaristía.
No leas la revista Times, lee la eternidad, porque hay una realidad
sobrenatural en este mundo natural. Sacrifica 10 de tus 15 minutos de lectura
del periódico para leer otra cosa. Dale tus “cinco panes y dos peces” y Él los
multiplicará milagrosamente.
5. Conquista la revolución sexual y cámbiala. El origen del relativismo
moral ¾ que justifica la revolución sexual¾ no es intelectual, es moral. Tenemos miedo a los absolutos morales. Nadie
defiende la guerra nuclear, pero si defienden el placer sexual, y sobre él todo
se justifica. Hay un plan en la revolución sexual. Hay dos ejemplos de
asesinatos que se cometen en nombre de la sexualidad: Uno es el divorcio, que
es una forma de suicidio porque separa la carne que es una. La única
institución que dice que “no” al divorcio es la Iglesia Católica , porque el
divorcio te hace mentiroso y traidor, hiere a los hijos, destruye la nueva
carne única personal y hiere a la sociedad entera. El otro asesinato de una
persona inocente que es tolerado en nombre de la sexualidad es el aborto. ¿Por
qué? Porque es parte de la revolución sexual. ¿Por qué lo quieren? Porque falló
el control natal. ¿Qué es el control natal? La demanda de tener sexo sin tener
bebés. Cada tema en el que se disiente con la Iglesia tiene que ver son la
sexualidad: fornicación, sodomía, aborto, divorcio, feminismo, segundas
nupcias, contracepción, feminismo. Hay que saber algo: Ninguna sociedad
relativista ha sobrevivido.
6. Los terroristas actuales quieren imponer la dictadura del
relativismo. La respuesta a la revolución sexual la ha dado Dios a través de la
Teología del cuerpo, de Juan Pablo II. Encuadra el sexo en su contexto
adecuado. Esa obra es una bocanada de aire puro, es como leer, en el siglo
XIII, a Santo Tomás de Aquino.
G.K. Chesterton escribió hace 75 años: “La próxima
gran herejía será simplemente un ataque a la moral, especialmente a la moral
sexual. Y la locura del mañana vendrá, no de Moscú, sino de Manhattan”.
7. Hay un arma para luchar que quizás no imaginas: llegar a ser santo. No
seas yupi, sé santo. Nadie imaginó que Doce jóvenes conquistarían el Imperio Romano
hace 21 siglos. Quizás te sea difícil de imaginar, pero tú puedes ser santo;
eres de la misma pasta que ellos. El martirio es requerido, quizás el martirio
de morir, no de un tirón, sino el de cada día. Por eso pregúntate: “¿Cómo
amo?”.
No eres parte del reino de este mundo, eres parte del Reino de Dios.
Conoces los movimientos de tu Señor, síguelos. Pon los ojos lejos de ti y de
tus problemas, pon los ojos en Cristo. Haz lo que Él hizo: amar, darse,
sacrificarse; es el secreto de la felicidad. Experiméntalo, te gustará. El
egoísmo parece ser el camino de la felicidad, pero es siempre el camino
infalible a la miseria. Experimenta la emoción de dar, y dar con alegría,
porque la virtud sólo es virtud cuando es alegre. La religión que tenga más
santos será la que gane al mundo. Siempre ha pasado esto. Así es como hemos
ganado en el pasado y como la ganaremos de nuevo.
“En
realidad, dice Peter Kreeft, cada página de la Biblia se eriza con lanzas, desde
el capítulo tres del Génesis hasta el 20 del Apocalipsis. El camino desde el
paraíso perdido hasta el paraíso recobrado está empapado en sangre. En el mismo
centro de esta historia hay una cruz, un símbolo de conflicto si alguna vez lo
hubo. El tema de la guerra espiritual nunca está ausente en la Escritura, y
nunca está ausente en la vida y en los escritos de un solo santo”.
El camino para ser santo es fácil de entender y difícil de llevar a
cabo. Es simplemente darle absolutamente todo a Dios. Empieza con la mente pues
todo lo que somos está hecho de pensamientos. Escribe Frank Outlaw:
Vigila tus pensamientos, se convierten
en palabras.
Vigila tus palabras, se convierten en
acciones.
Vigila tus acciones, se convierten en
hábitos.
Vigila tus hábitos, se convierten en
carácter.
Vigila tu carácter, se convierte en tu
destino.
Cada pecado es una gota de sangre sustraída al Cuerpo místico de Cristo.
Cada acto de amor equivale a dar un vaso de agua fresca a ese Cuerpo místico.
La salvación de todo depende de la santidad de cada uno. Sé realista, sé santo.
Es el único modo de ganar el mundo. Da, ama, sacrifícate. Si no puedes dar con
alegría, no des.
Winston Churchill dijo, en un corto y memorable discurso, durante la 2a
Guerra Mundial: “Nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca, nunca,
nunca, nunca, nunca, nos rendiremos”. Eso es todo. Nosotros ganaremos la Guerra porque, no
importa cuantas veces hayamos caído, no importa las veces que hayamos fallado
en el amor o en el intento de ser santos, nunca, nunca, nunca, nos daremos
por vencidos.
Muchas de las ideas están
tomadas del ensayo y de la conferencia de Peter Kreeft titulada How to Win the Culture War. El Dr. Peter Kreeft ha escrito enseña en
el Boston College de Cambridge, cerca de Boston, Estado de Massachusetts
(Estados Unidos).
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