La Biblia y la misión del hombre
Karen Lorenzo, desde
Jerusalén https://youtu.be/bTMK3znujBM 1.07 hrs
Karen explica: Yo
traté de ser feliz sin Dios y no lo logré. Me dijeron: “Prueba y verás qué
bueno es el Señor”. Probé, lo hice con incredulidad y fue la mejor decisión de
mi vida. Tenemos un concepto equivocado de quién es Dios. Primero debemos
descubrir que Dios es un Dios de libertad, de misericordia. Tenemos que cambiar
los prejuicios que tenemos en contra de Dios. Me convertí leyendo a Ratzinger.
Cuestionarnos: ¿Cuál
es mi misión? es la acción, crecer, dar fruto: “sean fructíferos” dice el
Génesis. Para crecer y dar fruto, para unirme con mi Creador y descubrir mi
propósito, es decir, para qué fui creada. En Génesis 2 dice que Dios formó al
hombre del barro de la tierra y el hombre se convirtió en un alma viva. Antes de terrenal el
ser humano es espiritual. Yo no fui creado para este mundo terrenal sino para
vivir en la eternidad con Dios. Los santos han entendido esto, dentro de mi
está la persona que va a vivir con su Padre por toda la eternidad. No estoy
llamada sólo a existir sino para estar vivo. Cada día podemos crecer en muchos
aspectos, sobre todo, podemos engrandecer nuestro espíritu. ¿Para qué? Para ser
ssnto. ¿Qué es la santidad? Dios me dice: “Sé santo para mí”. Yo fui diseñado
para ser hijo de Dios. Fuiste creado para ser diferente a los demás (cfr, Lev
20,26). Dios es un Padre que me dice: Quiero que seas semejante a mí, que soy
santo.
Sobre laicos. Se le
atribuye al Papa Francisco pero no es de él.
“Necesitamos santos
sin velo, sin sotana. Necesitamos santos de jeans y zapatillas. Necesitamos
santos que vayan al cine, escuchen música y paseen con sus amigos. Necesitamos
santos que coloquen a Dios en primer lugar y que sobresalgan en la Universidad.
Necesitamos santos que busquen tiempo
para rezar cada día y sepan enamorarse en la pureza y castidad, o que consagren
su castidad…”. Necesitamos santos que estén en medio del mundo, que tomen una
cerveza o una pizza con sus amigos”.
La santidad está en
la intención con que hacemos las cosas. El pueblo de Israel nos ha dado ejemplo
de santidad fallando y fallando. El pueblo hebreo es una imagen de la humanidad
porque falla y falla, y vuelve a fallar. Si hubiera sido un pueblo perfecto, no
nos daría ánimo de ser santos.
¿Qué pide Dios de
mí? Certeza de que todo tiene un propósito, Dios pide confianza y acción.
Dios le habla a
Moisés, y le dice que está equipado por las virtudes (Ex 19: Estén preparados y
no se lleguen a mujer alguna). ¿Qué pide Dios de mí? Pureza, deseo de cambiar y
acción. En esta alianza bilateral no se trata sólo de recibir, sino también de
dar. La buena noticie es que Dios hace el resto.
Hebreos 12,1-3.
Sacudámonos todo lastre y el pecado que nos asedia.
Isaías 52, 2-4: “Despierta,
despierta, vístete de tu fortaleza…”. Hay quien no quiere acercarse a Dios por
miedo.
Wil Smith dice en
una película: “El miedo no es real. El único lugar en donde puede existir es en
nuestro pensamiento sobre el futuro. Es producto de nuestra imaginación, que
nos hace temer cosas que no existen en la actualidad y que quizás nunca existan.
Eso es casi una locura. No me malinterpretes, el peligro es muy real pero el
miedo es una elección”. Hay que controlar ese pensamiento. Nos da miedo que
Dios nos ame.
El pueblo de Israel
permanece 40 años en el desierto para que dejaran allí los cadáveres del miedo, la pereza, mediocridad, conformismo y duda. Ya
no estamos en tiempo de nadar entre nuestros cadáveres.
Dios le dice a
Josué: Sé fuerte y muy valiente para custodiar y llevar a la práctica toda la
ley … no te desvíes ni a derecha ni a izquierda (Js 1,3-7). Vuelve a repetir:
¿No te he mandado que seas fuerte y valiente? No te acobardes que el Señor está
contigo (Josué 1,9). ¿Y quién me da esa fortaleza? Dios. El que no quiere oír
la palabra de Dios comete una gran necedad.
El Levítico dice que
hemos de ser santos, el llamado es el mismo pero Jesucristo nos lo hace
accesible. La Historia de la Salvación es una, no hay raíz separada de las
ramas. Toda ella, conforme la vamos viviendo, vamos comprendiendo el camino de
la santidad. Todo es parte de una historia que tenemos que vivir, debemos
entender toda la historia, el AT y el NT. No podemos conocer el árbol viendo
sólo las ramas.
Anhelar la unión con
Dios debe ser nuestro principio fundamental. Cuando nos perdemos, regresemos a
Dios. Si he tenido un encuentro con mi Creador, el anhelo de la unión va
aumentando. La santidad es individual, cada uno va a ser santo. Descubrir quién
soy y qué quiere Dios de mí. La elección es irrevocable. ¿Qué te dio Jesús? Es muy
personal. Me trajo de regreso a los brazos de Dios Padre. Hay que dar el primer
paso, decir una simple oración: “Señor, ¡quiero despertar! Me llamas a la
acción”. Empieza a leer la Biblia.
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