¿Qué te roba el diablo?
Cuando una
persona pone en duda algo es porque no lo percibe, por eso algunas personas
niegan la existencia del Cielo y del infierno. Hay algo que cortar: el ego. Hay
quien duda de la existencia del más allá, pero no dudan de la muerte.
Pregúntate, ¿por qué no lo percibo? Porque quizás haya un pecado que lo impide
o una laguna en el conocimiento teológico.
La persona
que añora el pasado, añora la fuerza y la vitalidad que tenía. No queda más
remedio al viejo que presumir de sus pecados pasados. El ego se basa en la
culpabilidad, ése es su asiento, por eso hay que sanarlo. La persona quiere
asegurar su continuidad al querer que el futuro sea igual al pasado. La persona
dice: “Quiero vivir, no quiero morir”. No pone en duda la muerte.
En México se
dice “viejo rabo verde” al viejo que quiere andar con jovencitas, y se viste
como joven. No se ven como ancianos sabios, sino como viejos ridículos. Quieren
ignorar el presente. Pasa lo mismo con mujeres cuarentonas que andan con mini
falda.
¿Qué podemos
sacar del pasado? Hay cosas rescatables. Romper con el pasado, según Dios,
supone renunciar al egoísmo. El ególatra quiere pasar del pasado al futuro,
quiere seguir siendo joven, con cosméticos o con lo que sea. Son esclavos del
pasado. Podemos enseñar a los jóvenes las cosas buenas del pasado.
Hay personas
que tienen una visión distorsionada del presente, quieren pasar del pasado al
futuro, el presente se ve como una transición: “Tengo que seguir siendo bello o
fuerte”. Van saliendo las canas, las arrugas, y es inevitable. La función del
ego es recordar viejas heridas, y, si no se ha arrepentido ante Dios, esas
heridas siguen sangrando. Hay heridas que sólo Jesús y su Iglesia pueden sanar.
Cuando
tienes a Dios no hace falta nada. El ego no puede tolerar que quieras superar
el pasado. Hay jóvenes que dicen: “No me satisface esto”, y desgraciadamente
vuelven a fornicar.
Cuando una
persona niega la liberación que necesita, queda atado al pasado. Estar aferrado
al pasado es egolatría. Hay gente que presume de las cosas viejas que hicieron.
El ego contiene áreas del dolor pasado. Hay quien vive con una opresión en el
pecho porque hay algo del pasado que no ha sanado. Esas áreas del dolor del
pasado las quiere Satán.
Hay cosas
que duelen porque no se pudieron realizar, y eso ha de ser sanado, no llevado a
cuestas como un costal, más si son pecados.
Si no te
deshaces del ego, te va a producir dolor en el futuro. Te perderás de miles de
oportunidades de ser feliz si vives atado al pasado. La gente se cree el más
atractivo, el más inteligente, el mejor… pero eso no existe. El ego quiere
conservar tus pesadillas y que no despiertes, quiere mantenerte con esa
pesadilla. El ego enseña que siempre te encuentres con tu pasado, no te
enfrenta al presente. Entonces vienen los sueños vanos, ni el pasado fue bueno
ni el futuro lo será. La persona no quiere ser santo.
Para el ego
el presente no tiene sentido, esa persona es irritable, ni ella misma se
soporta. Habla consigo mismo de puras tonterías de su ego. La persona sana no
tiene culpabilidad porque se arrepiente de veras ante Dios, y se confiesa.
El Espíritu
Santo piensa todo lo opuesto a lo mencionado. El Eterno piensa en positivo,
para Él el tiempo no existe, todo “es” para Él. ¿Qué es el ahora? Es la
eternidad. Empieza acá la eternidad. Para los creyentes no existe la muerte, la
muerte es como un sueño, como dijo Jesús de Lázaro: “Lázaro duerme”, pero los
Apóstoles no le entendieron por eso les dice: “Lázaro ha muerto”. Él ahora es
la salvación. Por eso Jesús muchas cosas las dijo en presente: “El Reino de
Dios está aquí”, y la persona que esté en Él, ya está en el Reino.
El ego
intenta extender el tiempo, pero no se puede traer el pasado al hoy, ahora. La
gente se hace cirugía plástica para extender al menos su piel. La sanidad del
alma y del cuerpo ¿se puede llevar a cabo en el pasado? ¡No! La sanación tiene
que darse en el hoy. El presente no lo podemos extender tampoco, pero lo que
seamos hoy se puede prolongar con la perseverancia. Podemos prolongar la
sanidad, la santidad. Si todos los días tratamos de ser santos, sentiremos un
vigor que sólo Dios puede dar. Es extender el presente, más no el pasado. Si te
aferras al pasado perderás el presente y el futuro. Ponle un cerrojo al pasado con
ayuda de la Virgen María.
Dice Jesús
en el Evangelio que el demonio nos quiere
robar, matar, engañar. ¿Qué nos roba? La paz interior, la alegría, el
estado de gracia, el deseo de arrepentirnos, la visión cristiana de la vida, el
deseo de ser santos y agradables a Dios, etc.
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