Jóvenes, amor, placer y sexo
Vittorio Messori escribe que
no hay ser humano que no aspire al placer, que no es sólo material, sino
también intelectual y espiritual. El Evangelio es “buena noticia” justamente
porque anuncia y promete a todos un placer infinito y sin límites de intensidad
y de tiempo: la vida eterna. El desorden sexual nunca está aislado, sino que se
injerta en un desorden mayor. ¿Y cuándo hay desorden? Cuando no hay matrimonio.
Cuando se les plantean a los jóvenes las consecuencias de tener
relaciones sexuales, suele olvidarse que esa actividad va mucho más allá del
simple contacto físico.
Lo primero que conviene anotar es averiguar: ¿Qué es lo que buscan
ellos, y qué es lo que buscan ellas? Y aunque al generalizar siempre se cometen
injusticias —pues no todas las personas del mismo sexo, nación, o edades…,
piensan y actúan igual—. Sí podemos obtener una visión diferenciada entre los
comportamientos masculino y femenino.
Sin ser conscientes de ello, los hombres ponen su primer interés en el
instinto sexual, como efecto de la testosterona. La mujer pone en primer lugar
la búsqueda de cariño. En segundo lugar para el hombre está el afán de dominio.
Que a lo largo de un proceso complicado, puede derivar en manifestaciones de
celos y violencia, —tremendamente dañinos en la convivencia entre las parejas
durante el noviazgo y el matrimonio— y, que a veces, incluso, requieren de
ayuda psicológica profesional. Para las mujeres, en segundo lugar, está el
tratar de vencer el sentimiento de soledad producido por la incomprensión de
sus papás y hermanos, ante los cambios de humor que se manifiestan con
frecuencia en los períodos intrínsecos a sus procesos biológicos.
En tercer lugar, para los hombres aparece la auto-afirmación de su
virilidad, incluso llegando, en algunos casos, a presumir con sus amigos sus
logros con las chicas. Para ellas, en cambio, en tercer lugar está una mezcla
de su nueva realidad como mujeres ante los demás, que suele ir acompañada de la
vanidad.
En el cuarto lugar para los varones, encontramos el sentimiento de
enamoramiento, el cual es inmaduro al no proceder de un compromiso firme y
formal, por su lógica falta de madurez. En cuanto a las mujeres en el cuarto
sitio está el placer sexual.
De acuerdo con este esquema, lo que para el macho ocupa el primerísimo
lugar, para la hembra está en el cuarto sitio. Si las jovencitas fueran
conscientes de esta disparidad se sentirían defraudadas; pues mientras los
primeros buscan el desfogue instintivo, las segundas lo ven como una entrega
real y sincera de todo su ser a la persona supuestamente amada, ambicionando la
correspondencia de esa donación que debería ir acompañada de una fidelidad a toda
prueba, y que no soporta ser traicionada. Tristemente vemos que, si al
adolescente que tuvo relaciones con su novia el martes se le presenta la
oportunidad de tener sexo el miércoles con otra mujer, no la deja pasar.
Según la opinión de algunos psicólogos, esas relaciones terminan
haciendo que se pierdan el respeto y la confianza. Y al final suelen quedarse
con la sensación de que “eso” no los hizo felices.
Alejandro Cortés González-Báez
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