Mensaje de Navidad para los niños
Dios no les dio cosas en
abundancia a María y José, vivieron en pobreza, eso quiere decir que la
sobriedad es buena. A Jesús le agrada que, cuando haya que trabajar, trabajemos
a tope y que recemos a diario juntos, en familia.
La Sagrada Familia se
dejaba cambiar de planes. Cuando llegaron a la cueva de Belén, José limpió el
lugar lo mejor que pudo. A Jesús no le importó nacer en un lugar sencillo como
fue la pobre cueva de Belén donde había animales guardados. Jesús quiere nacer
en nuestro corazón y que ese corazón esté limpio.
Jesús nació milagrosamente,
iluminó toda la cueva, que lucía mejor que un palacio lleno de piedras
preciosas. Jesús era un bebé que desprendía luz. Cuando nació, José tenía temor
de acercarse al Niño, pero María lo animó a abrazarle y darle calor.
Estos días son para rezar
más en familia, y quitar todo lo que no acerca a Jesús. Que Él te vea ayudar en
casa, ayudar a los pobres, guardar silencio y acercarte al pesebre muchas veces
y decir: “Ven, Jesús Niño a mí”.
El mundo tiene que ser renovado.
Tenemos que llevar a Dios al mundo. Como los pastores fueron llamados para
conocer al Niño, nosotros también somos llamados para ver a Jesús en el
pesebre, para adorarle, reconocerle como Rey y recibirle en el corazón. Jesús quiere
nacer en el corazón de todos, pero sus preferidos son los niños. Hay que amarlo
mucho para que se olvide de los que no le quieren.
Hay niños que preguntan que
cómo era Jesús, si se parecía a esta pintura o a la otra. No se puede hacer
ninguna pintura del Jesús verdadero, porque de los ojos de Jesús sale tanto
amor por nosotros, que no se puede dibujar. Los ojos de Jesús son azules como
el azul del mar. Podemos verlos con el corazón, cuando hay amor. Jesús es
luminoso, con una luz indescriptible. Y esa luz también sale de la Eucaristía,
aunque no la veamos, del sagrario salen chorros abundantes de agua, de gracias.
¿Cómo entrar al Corazón de
Jesús? Hazte pequeño, como del tamaño de un arroz, y métete en su Corazón, y
allí entiendes lo que piensa, y sabes si está triste o contento. Lo que Marga
escribe en La verdadera devoción al
Corazón de Jesús, son cartas de amor para sus hijos, es decir, para
nosotros. Entra en el Corazón de Jesús, y Él te hablará a ti. Lo mismo puedes
hacer con el Corazón de María, entra a él, pídele que te guarde y te purifique.
Jesús quiere que
comprendamos que quiere ser nuestro amigo, y amigo íntimo, quiere que le hablemos
a diario, a cada rato. Jesús es simpático, alegre, paciente y nos gasta bromas.
A él no le molesta nuestra imperfección porque nos ama tal cual somos. Quiere
estar con nosotros, y que le invitemos a todo. Siempre tiene los brazos
abiertos para que vayamos a Él. En el Reino que viene, y que hay que ayudarle a
preparar, no va a haber pecado. ¿Qué nos toca? Tener fe, esperar en Dios y amar
mucho a Dios y a los demás, sobre todo a los que tenemos cerca.
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