Cuento: Los tres ermitaños. Tolstoi
17 min. Un mujik (campesino) habla de tres ermitaños ancianos
que viven en un islote, y trabajan por su salvación eterna. Un arzobispo griego
viajaba en un barco y los visita a pesar de que el piloto le dice que no vale
la pena ese desembarco, pues tienen que acercarse con una canoa, pero el
arzobispo insiste. El arzobispo llega a verles, los tres estaban tomados de la
mano. He sabido que aquí trabajan por su salvación eterna. He querido visitarlos
para traerles la palabra divina, díganme cómo sirven a Dios. Y les pregunta que
cómo rezan. Uno de ellos contestó: “Tú eres tres, nosotros somos tres,
concédenos tu gracia”, y los otros dos repitieron lo mismo mirando al Cielo. El
arzobispo les dijo cómo Jesús se reveló y nos enseñó el Padrenuestro. Y así que
el arzobispo les enseñó frase por frase esa oración. El viejecito, como no
tenía dientes, pronunciaba muy mal. Los ermitaños hicieron un círculo alrededor
y el arzobispo les enseñó la plegaria divina. La repitió con ellos y luego
solos. A la tarde el arzobispo los besó y se despidió de ellos. Mientras
bogaban oyó que recitaban la plegaria. Se les veía a la luz de la luna a la
orilla. Levaron anclas y el buque continuó el interrumpido viaje. El arzobispo
se sentó y pronto desapareció la isla. Sólo se veía el mar brillando a la luz
de la luna. El arzobispo no quiso dormir y se sentó mirando el islote. De
repente vio blanquear algo, y pensó que es una barca o una vela o un pez que
los sigue. Se levantó el arzobispo y preguntó al piloto: “¿Qué es eso?”. El
piloto dijo: Señor, los ermitaños nos persiguen. Hacen señas los ermitaños de
que se pare el buque. Los ermitaños le dijeron: “Señor, ya se nos olvidó la
oración”. El arzobispo los saludó con veneración y les dijo que rezaran como
sabían y pidieran por el mundo.
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