Encontrar el amor verdadero
El verdadero amor humano, que también es divino, se
encuentra en el matrimonio y en la amistad desinteresada. El verdadero amor divino, que también es humano, se
encuentra en la Eucaristía, donde está Jesús realmente presente por amor a sus
hijos, los hombres.
El amor no es un tema más; es
el tema más importante para la vida humana. La aspiración más profunda y la
experiencia más gozosa es la de amar y ser amado. También es lo que más se echa
en falta y lo que más duele cuando no sale bien.
El amor humano posee una gran
belleza y guarda promesas grandes. Lo más grande, el amor, es gratuito, pero a
veces se echa a perder. El amor no es un tema más; es el tema más importante
para la vida humana. La aspiración más profunda y la experiencia más gozosa es
la de amar y ser amado. También es lo que más se echa en falta y lo que más
duele cuando no sale bien.
El amor humano posee una gran
belleza y guarda promesas grandes. Lo más grande, el amor, es gratuito, pero a
veces se echa a perder, porque hay amores falsos, amoríos, interés o suciedad.
Es decir, no se juega limpio.
El ambiente actual no acepta que amor y obligación sean compatibles,
pero no puede haber obligación de más valor que la de amar. “No me casé contigo
porque te quiera sino para amarte toda la vida”, fue la respuesta del Canciller
Bismarck a su esposa cuando ella le manifestó sus celos.
La soberbia y el orgullo, no son necesariamente
unos gigantes, pueden ser pigmeos, pero con dardos envenenados. El
auténtico amor no se queda sólo en el arrebato pasional, que es pasajero, sino
que llega a descubrir a la persona, y ese amor se convierte en dar y darse.
Francis Joseph Sheed, escritor
australiano, decía que el sexo parecía como un animalito con el que se puede
jugar, pero cuando crece puede convertirse en un tigre que juega con nosotros.
Y así es, pues los reclamos sexuales tienen repercusiones en los resortes
psicológicos de los individuos y en el comportamiento de la sociedad.
El corazón
es la sede de la personalidad moral, por eso se ha de tener en mucho la pureza
de cuerpo y de alma.
Alejandro Cortés relata que un hombre fue a visitar a un sabio para
decirle que ya no quería a su esposa y que, por lo tanto, pensaba separarse de
ella. El sabio lo escuchó y solamente le dijo una palabra: “Ámela”. Luego
guardó silencio. Aquel esposo repuso: Pero
es que ya no siento nada por ella. “Ámela”, insistió el sabio. Y ante el
desconcierto agregó lo siguiente: “Amar es una decisión, no un sentimiento;
amar es dedicación y entrega. Amar es un verbo, y el fruto de esa acción es el
amor. El amor es un ejercicio de jardinería: arranque lo que hace daño, prepare
el terreno, siembre, sea paciente, riegue y cuide. Esté preparado porque habrá
plagas, sequías o excesos de lluvia, mas no por eso abandone su jardín. Ame a
su pareja, es decir, valórela, acéptela, respétela, dele afecto y ternura,
admírela y compréndala. En una palabra: Ámela”.
Sobre el tema, un personaje de Chesterton dice: Hay que convencer a los casados que tengan aventuras amorosas con sus
mujeres legítimas.
Desafortunadamente no se imparten clases de la materia del amor en las
universidades, pero sí en muchas familias. Esta asignatura se cursa en 32
semestres. El programa comprende, entre otros temas: Valoración de la persona:
El yo, el tú y el nosotros (15 semestres). Aprender a amar. A quiénes se debe
amar. Aprender a dejarse amar. Aprender a perdonar (4 semestres). El matrimonio
como vocación de servicio (Ésta se lleva en talleres de convivencia entre
hijos, padres y hermanos durante toda la carrera). Las verdaderas y falsas
amistades, etc. (Alejandro Cortés González-Báez).
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