Acción de Gracias después de Misa
Don Javier E., Lituania 21-VI-05
Te damos
gracias Señor, porque nos ha sido dado el Pan de los Ángeles. ¡Ya no puedes dar
más! En tu omnipotencia divina te nos has entregado del todo. Te pedimos de
todo corazón que sepamos corresponder. Poco es lo que podemos darte en
comparación con el tesoro infinito que eres Tú y que vive en nuestra alma.
¡Dios mío! ¿Cuándo aprenderé las lecciones de entregarme sin ninguna
limitación? Cuando el amor es como el tuyo haces imposibles, haces lo que nadie
puede imaginar, lo que nadie es capaz de hacer, que el Dios Omnipotente, el
Dios Ilimitado quepa en mi corazón. ¡Dios mío, que sea muy fuerte mi reacción!,
que me deje inundar por tu gracia. Odio por amor tuyo, todos mis pecados, todas
mis ofensas; ¡todas mis imperfecciones son tantas Jesús! Ahora me atrevo a
decirte que quiero convertirlas en fuego de Amor, de contrición.
Me apena no
haberte tratado bien. Me llena de seguridad y alegría el que Tú, a pesar de
todo esto, no me rechaces. Hazme saber cómo cortejarte durante todo el día, con
mis pensamientos, palabras y acciones… Jesús que te deje vivir en mí, pensando
en lo que tengo ahora, el Tesoro de tu Cuerpo, Alma, Sangre y Divinidad, dentro
de mí. Cristo: ¡Tengo que cambiar para que en mí te vean a Ti, para dejarte
actuar! ¡Te lo suplico vivamente! Que no ponga más obstáculos. Te lo digo todos
los días, pero tropiezo con mi iniquidad y con mis pobres reacciones. ¡Señor
escúchame!, ¡Tú que eres Omnipotente!, Tú que puedes convertir lo más indigno,
lo más pobre, en algo reluciente y de gran valor. Haz que mi vida sea una
adoración a tu generosidad y a tu Amor.
Dios mío, que
me valga de tu amor. No estoy triste como lo debería estar, por mi comportamiento,
porque sé que Tú me comprendes, me ayudas, me empujas, me perdonas, me acoges.
Te pido que sepa corresponder más y como Tú quieres. Y ya que te tengo dentro,
con una audacia que no corresponde a mi poquedad, te pido amarte con tu Amor,
que es algo que me sobrepasa. Querría amarte con tu Amor, y sé que es posible,
porque Tú –el Gran Amante, el Omnipotente, el eternamente Generoso, el Pan de
Vida-, se me entrega, para que rectifique y para actuar dentro de mí.
Señor, que te
quiera con el corazón y con la vida de todas las almas del mundo entero y con
las almas de todos los tiempos, y aun así, será una partecita muy pequeña de lo
que mereces. Deseo traer a Ti a toda la humanidad. ¡Dios mío!, cámbiame, hazme
sentir la responsabilidad que tengo para no andar dialogando con mi pequeñez.
Te digo sinceramente, poniéndolo en práctica, que te amo con toda el alma. Y
acudo a mi Madre Santa María, para que Ella transforme mi pobre vida y te
presente una vida acabada. Madre, haz que sepamos amar a Dios como Tú lo
amaste.
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