Me subí en un taxi...

 

En San Luis Potosí, en agosto de 2022 vino por mí un taxi, y en la conversación le pregunté si iba a Misa los domingos, me dijo que no podía pues tenía tres hijos universitarios a quien mantener. Luego me contó que un día, necesitaba urgentemente una llanta para su taxi y $600 pesos, y se lo dijo a Dios. Al rato pasó una camioneta, se le cayó la llanta de repuesto, se siguió, y él tomó la llanta, la llevó adonde las venden para pedir la que él necesitaba, el vendedor le dio la llanta nueva que necesitaba y $600 que le restaban. Él quedó asombrado y contento. Otro día, se dio cuenta de que necesitaba una pijama de invierno, y la pidió a Dios; a los pocos días, abrió la cajuela y encontró una bolsa que contenía una pijama, unas calcetas de invierno y unas pantuflas. Le dio las gracias al Cielo. Pasado el tiempo, se subió a su coche una mujer y le entregó una hoja protestante. Él le dijo: “Y yo le doy un Rosario”, ella dijo que no, así que él tampoco aceptó la hoja. Luego ella le dijo: “Usted se va a condenar”. Él contestó: “¿Quién es usted para juzgarme? La biblia dice que hay que ser fieles a la fe de nuestros padres, ¿Usted era católica, no?”. La chica contestó afirmativamente. “Pues entonces usted está peor que yo”. Y ella ya no le dijo nada. Me contó también como el Señor le salvó de un asalto inminente, y, finalmente llegamos a nuestro destino. Pagué y le comenté: “Consulte con Jesús, ya que lo lleva de copiloto, si él quiere que usted vaya a Misa los domingos. Yo soy nadie para convencerle”. Él respondió: “Pues a lo mejor Dios la mandó con ese mensaje para mí”.


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