Un don asombroso
Jesús le dijo a una
mística italiana, Luisa Picarreta, que “la creación fue hecha por amor del
hombre, es más –le dice- fue tanto nuestro amor, que si hubiera sido necesario
hubiéramos creado tantos cielos, tantos soles, estrellas, mares, tierras, plantas
y todo lo demás, por cuantas criaturas debían venir a la luz de este mundo, a
fin de que cada una tuviera una Creación para sí, un universo todo suyo” (Libro de Cielo, 18-1. Agosto 9, 1925).
Y sucede que no correspondimos
por todo lo que ha hecho para nosotros. Usurpamos sus dones sin siquiera
reconocer de donde vienen, ni a quien tanto nos ha amado. Dios hizo todo lo creado
para nosotros, para que no nos faltara nada: agua, aire, alimento. Todo su amor
estaba concentrado en el ser humano para que éste se sirviera de esas obras
como de tantos escalones para conocer y amar a su Creador e ir hacia Él.
A eso se añade que,
algunos seres humanos, quieren reducir al máximo la población para hacerse
dueños de bienes naturales y edificaciones humanas, porque no perciben el valor
y la grandeza del hombre, grandeza que parte de su dignidad de criatura de
Dios. Y engañan a la población hablando de los beneficios de la interrupción de
embarazo o de los bienes de no tener hijos. Un alma vale más que la creación
entera material, dice Tomás de Aquino.
Francis Collins, director del proyecto del Genoma humano,
dijo: “El origen de la persona humana es el embrión, tanto en su potencialidad
como en su información genética, no se puede jamás separar vida humana y
persona, ya que esto se da en su origen y termina en su muerte”.
Otro científico nos dice: ¿Sabías que el diálogo molecular
entre la madre y su bebé empieza en el momento mismo de la fecundación? Así es,
la comunicación entre ellos inicia en ese instante ya que el cuerpo de la madre
se prepara para recibir a su bebé y a su vez, el hijo se prepara para habitar
dentro del vientre de su madre durante el tiempo de gestación, aproximadamente
nueve meses.
Hay estudios que han demostrado el intercambio que ocurre
entre la madre y su bebé a partir de la fecundación del óvulo para lograr el
proceso de implantación en el útero de ella. Un estudio realizado por la
Universidad de Buenos Aires demuestra y explica este proceso: “La implantación
embrionaria es una secuencia de interacciones bioquímicas y físicas entre el
embrión y el útero, que lleva a la formación de un contacto celular íntimo y
especializado entre el trofoblasto embrionario y el endometrio materno”. La
implantación “es considerado el único fenómeno biológico por el cual el embrión
en estadio de blastocisto se conecta íntimamente a la superficie del endometrio
materno”. De esta conexión o diálogo depende el que el embrión logre implantarse
e incluso existe una ventana de tiempo determinada para que esto suceda.
Como puedes ver, desde la fecundación, madre e hijo o hija
ya tienen una interacción, en la que el o la bebé busca ser acogido/a por su
madre, y, asimismo, ella busca acoger a su bebé. Los dos lo hacen a través de
los cambios químicos y biológicos que suceden en sus organismos, sin darse
cuenta siquiera. En otras palabras, el hijo o hija quiere aferrarse a la vida y
a su vez la madre quiere protegerlo/a. ¡El inicio de la vida es maravilloso!
Sigamos defendiendo el derecho a la vida.
No puedes ser responsable de la Tierra, del agua, de su
flora y su fauna e irresponsable con tu propia especie.
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