La Ascensión del Señor
“El misterio de la Ascensión es el impulso divino que
sostiene nuestro mundo” (Jean Corbón 1924-2001 Beirut). En su ascensión Cristo
celebra la liturgia ante el Padre y la difunde en el mundo con la efusión de su
Espíritu.
En el misterio de la Ascensión Cristo se convierte en anamnesis (memoria, recuerdo de los
hechos salvíficos de Cristo) ante el Padre ante cuyo rostro presenta sus
llagas, dolientes, pero también gloriosas para siempre. En esta anamnesis, el
Padre recuerda el misterio pascual del amor, que ha actuado la redención y
contempla a su Hijo, que ha regresado de su éxodo como Sacerdote.
La tradición patrística interpretó el Salmo 23 como una
profecía del misterio de la Ascensión de Cristo a los Cielos. La Ascensión es
inicio de la liturgia eterna. No es el Hombre que entra, es el mundo entero el
que entra. La hora de Jesús es la Cruz y la Resurrección. En ese momento brota
la liturgia. La liturgia es el misterio del río de la vida que brota del Padre
y del Cordero. La liturgia inaugura el Tiempo de la Iglesia. Conforma a la
misma Iglesia. Supera la eficacia que de ella se recibe.
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