Sois Caín, y no os dais cuenta
Mundo Católico
Jesús Ausocúa explica que nuestro corazón se ha de
convertir de un corazón de piedra, a un corazón de carne, que sufra por el
dolor del prójimo, que se duela de todo y tenga compasión ante el más débil o
vulnerable. Causamos daño al prójimo cuando hablamos mal de él o cuando mentimos.
La calumnia mata la honorabilidad de la persona. Sin el conocimiento de sí
mismo no vamos a caer en cuenta de que tenemos miserias que se han de trabajar.
Las tenemos todos sin exclusión, y las hemos de conocer.
Los niños no conocen la barbarie humana y algunos se las
están dando a conocer. La separación entre la Voluntad Divina y la humana es la
causa del mal en el mundo. El Señor nos pregunta: ¿Cuántas veces has agredido
verbalmente a alguien? ¿Has abandonado a alguien en su soledad? ¿Has defendido
a alguna persona que es calumniada? ¿Te has negado a perdonar? ¿Has defendido a
la familia? ¿Le has ofrecido a Dios lo mejor de tu cosecha, estudio o trabajo?
El Señor nos dice aquí que no somos conscientes de que
somos Caín diariamente, porque estamos matando con el comportamiento y con la
omisión, y tú estás convencido de que no has hecho nada malo. Se puede matar de
muchas maneras, por ejemplo, hablando mal de alguien. ¡Cuidado con la
maldición! Con el decir mal de alguien. O con acudir a adivinos. El día está
repleto de cosas que no deberíamos de hacer o que no deberíamos omitir.
Si dedicamos tiempo a los demás, empezamos a generar
esperanza. ¡Qué importante es atender a las personas!, el tiempo lo atesoramos
para nosotros. Estamos teniendo comportamientos de ingratitud con Dios y con
los demás. No valorar los amigos que tengo, la salud, el agua, el aire, el
alimento, etc. ¡Qué mala es la rebeldía! Es compartir algo con el Enemigo.
Vamos a ir a la piedra angular. Vamos a liberarnos del
propio ego, que nos tiene sumidos en la barbarie, que nos impide levantar los
ojos al Cielo. El mayor regalo que Dios nos puede hacer es que nos conozcamos a
nosotros mismos, conocer lo que tenemos que cambiar. Es la piedra angular para
permitirle a Dios unirse a nosotros. Hay que limpiar nuestro interior. Dios
pide misericordia porque cada pecado nuestro le hace sufrir, Él padece nuestros
pecados y las consecuencias de nuestros pecados. El conocimiento de sí mismo
vacía el alma de sí misma y la llena de Dios. Cuando el alma se sabe un vaso
frágil, el Señor puede empezar a obrar. Cuando amo a Dios como Él quiere ser
amado, ¿Y cómo quiere ser amado? Con su
mismo Amor. A veces no conocemos cosas de nosotros mismos.
Cuando Dios creó todo, lo hizo con amor, en todo está el
amor de Dios. Si observamos un árbol y encontramos en él el amor de Dios, se lo
decimos, y así amamos a Dios como Él quiere ser amado.
Si reconozco que estoy infectado por mis miserias, Dios
nos empieza a ayudar, si se lo permitimos. El amor de Dios está en todas las
cosas creadas, hay que reconocerlo en ellas. Ese amor es para mí. Hay que
empezar a reconocerle en todo: en el sol, en el viento, en el agua, en las
estrellas, en las plantas, en los animales, en los talentos de los seres
humanos. En todo está ese Amor de Dios. “Con tu mismo amor te halago, te adoro,
te doy gracias”. Así Dios empieza a clarear el alma. ¿Qué tengo que asumir para
cambiar? La rebeldía, la soberbia, el egoísmo. Debo vaciarme de mí mismo, y
tomar el amor de la creación.
El martirio de la
atención es el martirio de los martirios. Acostumbrarme a ver el amor de
Dios en todo, así dejo de pensar en qué me hicieron hoy, o en que voy a hacer
mañana, así estoy viviendo en presencia de Dios. Dios nos ha creado para vivir
en unidad con nosotros. Cuando tomamos el amor de Dios en cada cosa creada,
empezamos a ver el entorno de otro modo. Su amor se encuentra en todos lados,
pero a veces no lo veo así, porque la voluntad humana no se desplaza. Se trata
de espiritualizar todo y de vivir en unidad con Él. Así, tengo en mente al
Amado todo el día. Eso es enamorarse de Dios: El Amado ama al que lo ama;
cuando me acuerdo de Él, Él se siente amado, y ama al que lo ama. Si uno ama y
no es correspondido, no se puede producir el amor. Con nosotros está el Nombre
del Señor, y no lo conocemos. El Señor está en mí, si estoy en gracia. Hay que
agradecerle el amor que ha puesto en cada fruta y verdura, en cada alimento, en
cada piedra. La gratitud a Dios debe de ser continua, porque me da todo, así
puedo tener la atención continua en Dios. Digámosle: “Hagamos este trabajo o
este paseo juntos”.
¿Cuántos comportamientos diarios son cainitas? Hay que
observarnos, para pasar del conocimiento a la experiencia. La falta de luz es
falta de amor. Nos falta amor de donación, amor que hace las cosas sin interés.
Lo que el Señor busca en el hombre es que éste busque la
Voluntad divina, que sea su entretenimiento. Una forma muy sencilla de vivir en
la Divina Voluntad es amar a los demás. Cada persona es un don, aunque tenga
muchos defectos. El Señor nos dice: “No seas Caín”.
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