Trinidad Beatísima

 


No hubiéramos sabido que existía la Sma. Trinidad si Jesús no nos lo hubiera dicho. Si alguno dice “yo soy”, es cierto, yo existo, pero antes de ser creados no lo podíamos decir. Además, ese Yo soy no procede de nosotros mismos, procede de Dios.

En el Sinaí Dios se presenta a Moisés como el que es: Yo Soy, el ser es su esencia misma, Él es, siempre. Yo no he sido siempre.

En la Trinidad el Padre dice Yo soy, el Hijo dice Yo soy, el Espíritu Santo dice Yo soy. El Ser de Dios es único. pero el Yo es diferente, cada uno es una Persona distinta.

Dios es Amor, Dios es uno y trino. Ha habido una progresión en la revelación de este misterio. Si meditamos que “Dios se hizo Hombre”, debería de darnos escalofrío, se hace uno de los nuestros. San Juan fue el que más comprendió este misterio.

Jesús nos dice: “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Unigénito, que me entregó a Mí”. Jesucristo es “Dios con nosotros”, Emanuel.

El único pueblo de la tierra que conocía a Dios era Israel, pero esa revelación era incompleta. Dios todo lo trasciende –por el Padre-, todo lo penetra –por el Hijo-, y todo lo impregna –por el Espíritu Santo-.

Jesús vino para que el mundo se salve por Él, pero si el mundo se niega a reconocerlo como el Salvador del mundo, en este rechazo está su condenación. El Juez será el Hijo por derecho de conquista, porque nos rescató con su Sangre. Este es tiempo de misericordia, pero no tenemos todo el tiempo. No posterguemos más.

Un ateo le preguntó a un campesino en Inglaterra:

- Cómo es tu Dios?

- Tan grande que no cabe en la cabeza, y tan pequeño que cabe en mi corazón-, contestó el hombre de campo.


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