La expulsión de los jesuitas Parte II


 

El rey Carlos III de España da un motivo poco inteligente para la expulsión de los jesuitas, dice lo hace según el parecer su Real Consejo y añade que “reserva las causas en su real ánimo”.

Gabriel Calvo Zarraute explica que hay un dato clarificador. Los jesuitas tenían 112 colegios, 100 destinados a los hijos de la aristocracia y de la larga burguesía. Siempre habían procedido -para la evangelización-, a la conquista de la élite para luego llegar a las capas populares. Por eso ahora son pocos los intelectuales católicos.

Los hijos de los principales jefes indígenas eran enviados a los colegios de los jesuitas, para ayudar a la elevación cultural de los pueblos. La mayoría de los jóvenes seminaristas se reclutan de sus colegios y de las clases altas. Después de 14 años de formación en sus conventos, a los jesuitas se les podía enviar a misiones o a leprosarios. Esto los hace muy fuertes, por eso eran la élite intelectual y apostólica.

El decreto de expulsión de 1767 obligaba a exiliarse. En España había 1660 sacerdotes, en América 1400. A eso habría que añadir los novicios, coadjutores y los hermanos legos. España perdió un ejército de personas cultas, científicos, músicos, humanistas, astrónomos, etc. Lo único que el rey intentó fue tapar la brecha que había hecho, porque su reinado todavía duró 20 años. Los franciscanos trataron de ayudar, pero no pudieron con tantísimo trabajo. Eran los jesuitas los que iban abriendo territorio y formando redes de muleros que llevaban los productos por varias vías a otros pueblos.

Tenían una gran cultura musical, que era un medio de evangelización. Su expulsión trae, de modo inmediato, el abandono de las misiones y algunos naturales vuelven a la selva, como en El Salvador.

Los jesuitas no sólo enseñaban el evangelio en Nueva España, también educaban a la población en artes y oficios, por eso eran tan apreciados. Les enseñaban a los naturales a cultivar y a criar ganado, ganado que se reparte entre los criollos y políticos, cuando son expulsados; se produce un saqueo en toda regla de los bienes de los jesuitas.

Los jesuitas tenían una propiedad comunal, esto estaba protegido por el Derecho de Indias desde Carlos V, la custodiaban los misioneros. Esto fue un motivo para expulsar a los jesuitas, para que los criollos pudieran apropiarse de las tierras comunales. Las élites criollas aspiran a crear grandes latifundios, para tener mayor político.

Los tres ministros principales en que se apoyó Carlos III para tomar esa decisión, eran ilustrados anticatólicos, “reformistas”: El conde de Aranda, el conde de Floridablanca y Pedro Rodríguez Campomanes. Estos personajes son decisivos. Imponen el centralismo, que es uno de los principios de la Ilustración, en detrimento de las provincias de Hispanoamérica, ya que con ello, se empiezan a tratar a los virreinatos como “colonias”, al estilo anglosajón. Es decir, ya no se van a fijar en la educación y el bien de los naturales, sino en el aprovechamiento de las tierras, en obtener ganancias y bienes materiales. Los jesuitas están entre dos fuegos, los criollos y la metrópoli de España, está la dinastía Borbónica, que también comienza a ver los virreinatos como colonias y desea aprovecharse de los nativos.

Al ser expulsados casi todos los jesuitas se fueron a los Estados Pontificios. Cuando el Papa Clemente XIV los disuelve, en 1773, salen de los Estados Pontificios y se van a Austria o a Rusia, la monarquía católica de Austria no los expulsó, y en Rusia también los admiten, aunque sean ortodoxos. Muchos quedaron como sacerdotes de parroquias.

 Clemente XIV era un Papa débil.  Fue presionado por el Rey Carlos III y soberanos de la Casa Borbón, Luis XV de Francia, el Rey de Portugal y, sobre todo, por el conde de Floridablanca. ¡Unos cuantos poderosos alentados por masones!

Con la disolución de la Compañía de Jesús, ya nadie pudo enfrentarse a la Ilustración y al pensamiento protestante.

La expulsión de los jesuitas fue una catástrofe irreparable para los pueblos de las misiones y para la nación misma. Fue el principio de la desintegración del imperio español, ya que el criollo empezó a considerar cuán irrazonable era que un rey lejano y extraño proscribiera sin derecho a los hombres de su propia patria.

Por otra parte, los jesuitas desterrados ocuparon su tiempo en escribir obras inmortales, como la Historia de México, de Clavijero. La expulsión de los jesuitas viene a ser un antecedente importante de la Independencia. Con esa expulsión comienza la acción revolucionaria en las naciones hispánicas; fue el resultado de una conspiración mundial. Representó un atentado brutal a la civilización, a la cultura y a la patria. Vino a retardar el progreso de México y fue un triunfo de los enemigos de nuestra fe.

Pasaron 40 años y, en 1814 el Papa Pío VII restableció la Compañía de Jesús, y se presentaron religiosos ancianos. En México la Compañía se restablece en mayo de 1816.  

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