Stress y enfermedad; salud y amistades
Un conferencista, jefe
del Departamento de Psiquiatría en Stanford, habló de la conexión entre el
stress y la enfermedad. Empezó diciendo que una de las cosas más saludables
para un hombre era estar casado con una mujer. Y para la mujer, una de las
cosas más saludables era tener amigas y fortalecer sus amistades. Todo mundo rió, pero él dijo que hablaba en serio.
Explicó que la mujer
conecta con cada persona de los modos más diversos, y brinda sistemas de apoyo
que ayudan a manejar el stress y las dificultades de la vida. Esta cualidad de
la mujer ayuda a los demás a crear serotonina, un neurotransmisor que ayuda a
combatir la depresión y a crear un estado general de bienestar. Las mujeres suelen
compartir sus sentimientos, mientras que el hombre es más cerebral y crea
relaciones para la actividad, pero raramente habla de lo que siente. El varón habla
del trabajo, del estudio y de los hobbies, pero de sus sentimientos raramente
habla. En cambio, las mujeres siempre hablan de ellos.
En resumen, dijo el conferencista, la
capacidad de hacer y mantener amistades ayuda a la salud, y no tener amigos es
tan peligroso para la salud como el vicio de fumar o tomar. Por tanto, concluyó,
inviertan tiempo en sus amistades.
El cerebro se recobra al contacto con la
naturaleza
Lo que viene a continuación aparentemente no
tiene nada que ver con lo anterior, pero en realidad sí conecta, pues habla de
mantener una relación “amistosa” con la naturaleza.
Cuatro neurocientíficos amigos se fueron de
fin de semana con sus familias, a un lugar campestre en Utah. Su objetivo,
además del descanso, era dialogar sobre el impacto de la tecnología en el
cerebro: ver cómo influye lo digital en nuestro modo de razonar y comportarnos,
y cómo el contacto con la naturaleza puede hacer reversibles algunos efectos. Ellos
consideran que los celulares y las computadoras están transformando la vida
pues permiten que la gente salga de sus oficinas y trabaje donde sea, acortan
las distancias y desempeñan innumerables tareas. Para bien o para mal el
consumo de medios, tan variados como el correo electrónico y la televisión, se
ha disparado.
Paul Atchley, profesor en la Universidad de
Kansas, estudia el uso compulsivo de celulares en adolescentes. Dice que el uso
frecuente de tecnología puede inhibir el pensamiento profundo y causar
ansiedad, sin embargo, el contacto con la naturaleza puede ayudar a regularizar
la mente humana. Art Kramer, de la Universidad de Illinois, ha ganado la atención
de muchos con sus estudios de los beneficios neurológios que se obtienen
gracias al ejercicio físico. Afirma que el ejercicio crea neuronas nuevas.
Además, recomienda, para retardar los síntomas de Alzheimer, hacer ejercicio al
menos tres veces por semana, 35 minutos, y luego, mantener la actividad mental
estimulada, por ejemplo, leyendo libros y comentándolos.
El científico Braver dice que está demostrado
que se aprende mejor después de una caminata por zonas verdes, que en una
caminata por una calle llena de gente. El David Strayer, argumenta que la
naturaleza puede “refrescar” el cerebro. “Nuestros sentidos cambian, se
calibran. Notas sonidos como esos grillos que cantan, el sonido del río, de los
pájaros, del viento; con el olor del bosque; te conectas con el ambiente físico.
El río fluye, y las ideas también. Todo esto restaura al ser humano”.
Paul Atchley dice que quizás la adicción del
adolescente a la estimulación digital conduce a hacer decisiones superficiales
y a tener un pensamiento débil. Steven Yantis, de John Hopkins, asegura que la
conversación sostenida con sus colegas, por la noche, a la luz de las
estrellas, le dio nuevas ideas para su investigación sobre cómo y porqué la
gente se distrae con fuentes irrelevantes de información, y de cómo la
tecnología está “realambrando nuestro cerebro”. La tecnología puede disminuir la
capacidad de concentración, asegura Yantis.
El señor Braver, de la Universidad de
Washington, en San Luis, dice que este fin de semana cerca del bosque ha sido más
efectivo que los días de trabajo en hoteles en la ciudad, con cientos de
personas participando. (Cfr. Periódico suizo Current Concerns, “Al aire libre y
desconectados, estudiando el cerebro”, septiembre 2010).
En Japón se ha creado una agencia en la que
alquilas a un amigo, para ir al cine, para comer, caminar o simplemente para
conversar. Nuestra sociedad está cultivando nuevas formas de soledad.
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