Torre de control
San Agustín dice: si quieres conocer a una
persona, no te fijes en lo que hace y dice; fíjate qué ama, qué desea. Lo que uno desea es lo que uno es. ¿A dónde
se te va el corazón?... allí están tus amores. Saber esto simplifica mucho.
El Buen Pastor conoce a sus ovejas y las
ovejas lo conocen a él (Juan 10,14). Jesucristo reunió en torno a él a un grupo
de hombres y con paciencia infinita los fue formando. Les fue revelando los más
altos misterios, y al mismo tiempo, con ternura materna los iba puliendo.
Todos podemos lograr la intimidad con Dios a
través de los Sacramentos, la oración, el estudio y la presencia de Dios, pero
a todos nos ayuda que nos pregunten ¿cómo va la oración?...
La llamada a la santidad nos pide tener un
director espiritual, pero el mayor peso de la dirección lo lleva el
Espíritu Santo. Cuando somos dóciles, el Señor nos dice: “Tú estás siempre bajo
mi dirección”.
Hay temas que no corresponden a la
dirección espiritual, como temas propios del
trabajo o de la educación de los hijos, que se pueden mencionar, pero allí
el director puede dar un consejo como lo daría un maestro.
Importancia de la dirección
espiritual
“El espíritu propio es mal consejero, mal
piloto, para dirigir el alma en las borrascas y tempestades, entre los escollos
de la vida interior. Por eso es Voluntad de Dios que la dirección de la nave la
lleve un Maestro, para que, con su luz y conocimiento, nos conduzca a puesto
seguro” (Camino n. 59).
Ayuda a ver su importancia el ejemplo del
barco que se desvía un centímetro al principio, y a la larga esa desviación se
hace kilométrica, conforme avanza.
Las características de Jesucristo fueron su
humildad y su mansedumbre, y Él nos pide que aprendamos de él esas cualidades.
En la dirección espiritual ejercitamos la docilidad, la obediencia, la fortaleza,
la sinceridad y la mansedumbre, si tenemos fe.
El director espiritual quiere pulir nuestra
alma como se pule una piedra preciosa.
El Artesano es Dios, los demás son instrumentos de él. Podemos contar
con la ayuda de una persona que tiene la gracia de Dios y la preparación para
escucharnos y animarnos, pero lo más importante es que recurrimos a un medio
sobrenatural, muy recomendado por
Estamos a punto de entrar en una de las
etapas más apasionantes y más difíciles de la historia de la humanidad.
Necesitamos estar bien afincadas en Dios, metidas en el Corazón de Jesús, para
no voltearle la cara a Dios, y ser fieles.
En la dirección espiritual se ha de respetar la acción de la gracia y la libertad de la
persona, teniendo en cuenta que en el fondo de cada alma hay algo
intocable, donde sólo Dios penetra.
Necesitamos de la ayuda de los demás, de sus
oraciones y sacrificios. “Ay del que está solo, que, si cae, no tiene quien
lo levante” (Eccles 4, 110). Todos los santos han necesitado de alguien.
Así, San Pablo necesitó de Ananás, quien lo adoctrinó.
El Señor ha previsto que nos lleguen una
serie de gracias a través de la dirección espiritual, para identificar nuestra
vida con la de Cristo. Vemos como quien quiere ser
buen deportista, busca un entrenador para progresar, lo mismo pasa en la vida
espiritual: Dios quiere que obedezcamos a alguien en cuanto al plan de vida y
al apostolado.
“Torre de control”
La torre de control de cualquier aeropuerto no actúa directamente en los
mandos de los aviones. Los pilotos tienen en cuenta sus orientaciones pues
están en juego muchas vidas. Ningún piloto siente lesionada su libertad al
recibir información, él sigue llevando los mandos del avión. Pues en la
dirección espiritual se da una analogía con la “Torre de control”. No perdemos libertad ni responsabilidad al
llevar dirección espiritual, además de que todos procuramos hacer propios los
consejos recibidos: “Hay otro avión en vuelo, espera un poco. Hay dificultades
en la pista. Ponle aceite a tu avión, revisa las llantas”.
Sta. Teresa de Jesús decía: "Gracias Dios mío, porque me has
librado de mí misma".
Cada uno le va a dar cuenta a Dios de los talentos recibidos. Un talento que todos tenemos es el tiempo. Dios nos va a pedir cuenta del aprovechamiento del tiempo. Acudir a Santa María, Madre de Dios y Madre nuestra, para alcanzar nuevas luces sobre la dirección espiritual.
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