Abrí las puertas a Satanás sin darme cuenta y fue trágico
Mater Mundi TV
En mi familia no se practicaba la religión. Tenía yo ira y
amargura, siempre estaba enojada. Quería sanar. Una amiga me invitó a jugar a
la ouija. Satanás la cobra pronto o después de 20 años. Una amiga la invitó a
un Taller de neurolingüística. Luego empiezo con el Feng shui y me hago
maestra. Una consultora de Feng shui consagra tu hogar a satanás. Al principio
te va bien. Hice constelaciones familiares, me metí en todo lo de la Nueva Era.
Hice yoga diez años. Vendía piedras que son antenas para satanás. Cuando abres
una puerta a la idolatría, le empiezas a abrirle la puerta al demonio. Fueron
diez años en la Nueva Era. Te sana Satanás, pero a la vez le entregas el alma.
Luego supo de un curso para ser clarividente en EE.UU. Hacen rituales satánicos.
La que me invitó, se arrepintió, y me dijo: “No vayas”. Se hacen rituales y
alabanzas a satanás, para que te dicten lo que el cliente necesita que le
digas. Me dio un síndrome en la cabeza. Fui al viaje con una chica de 20 años
que era drogadicta, tenía serios problemas, y resolvió sus problemas en ese
taller. La gente que está allí dentro no sabe el daño que se hace a sí mismo y
a la familia. Los cuarzos son bombas de energía negativa. No sabía cómo salir
de eso. Estuve un año con hormigueo de cuerpo, acudí al vudú y a chamanes y
nadie podía ayudarme. Estuve en cama, no podía trabajar, sólo trabajaba un rato
para poder comer.
Una persona le dijo: “Métete a una iglesia”. Yo le contesté: “No
es para mí lo católico”. Finalmente fui. Había olvidado todo. No entendí nada
de la Misa. Comulgué sin saber que no puedes comulgar en pecado. Le pedí a
Dios: “sáname”. Al terminar la Misa, terminó el hormigueo. En las catedrales
hay Misa cada hora, me quedé en varias Misas. Tenía miedo de salir. Luego me
confesé de dos pecados. Cuando llego a mi casa estaba impresionada del efecto
de la Eucaristía. Decidí dejar todo lo anterior. Le dije al sacerdote: “Esto no
está bien”. A los cuatro días vuelve el ataque, y fui a la Iglesia. Dios me
sanó, es una lucha, el demonio no descansa. Empecé a ir a Misa todos los días.
Empecé a liberarme, pero el diablo no quería perder, empezó a atacarme y a
atacarme. El sacerdote le dijo: “Ve a la tienda y que te expliquen el Santo
Rosario”. Yo estaba muy contaminada. Fui a retiros de liberación, a exorcismos.
Hice una confesión general. Empecé a rezar hasta siete rosarios al día. Cuando
empecé los talleres de liberación mi familia se transformó para bien. El
Rosario son chicotazos a Satanás. Hay que leer la Biblia. A todos nos ataca
Satanás, porque somos hijos de Dios, nos odia.
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