Madre de Dios y madre nuestra
Santiago Martín, en una reflexión, comentaba que muchos
acudimos a nuestra Madre en busca de consuelo o de algún favor. Le decía una
madre a su hijo, ante una necesidad, una expresión que se usa en España: “En el
cielo, es María quien parte el bacalao”.
“Madre, no te merezco, pero te necesito”. Y ante una
aflicción, Ella nos dirá lo que a Juan Diego: “¿No estoy aquí que soy tu
madre?”. La tenemos permanente en el Cielo como Abogada nuestra.
Hay un chiste que dice que San Pedro le dice a Dios:
“Veo gente en el Cielo a las que yo no he dejado entrar”. Dios llama a San
Miguel y le pide que haya una investigación. Regresa San Miguel y dice. Detrás
hay una puerta chica y la Virgen deja pasar por allí a muchos. Contesta Jesús:
“Déjala, son cosas de mi Madre”.
San Agustín decía: “Si no puedes evitar pecar, al
menos odia el pecado que haces”. Si no queremos ser santos, al menos hay que
desear quererlo, el menos vive pidiendo perdón.
El amor que sentimos por María, que es maravilloso y
se expresa de muchas maneras en la piedad popular, tiene el peligro de que se
crea que amor es equivalente a sentimentalismo, a sensibilidad, pero el amor es
más que el sentimiento, también en el amor humano. “Ya no siento nada, allí te
quedas”, para luego volver a decir que se ama; el sentimiento puede ir y venir,
el amor no es así. María es un modelo a imitar, hemos de imitarla, ¿en qué? En
el amor a Jesús. María permite que nazca; que yo le permita nacer en mi
corazón. Olvidarla no es amor verdadero.
Donde hay unidad y amor allí está Dios. La mamá une,
la mamá quita hierros, habla bien del ausente, invita a perdonar, a evitar los
celos entre hermanos y a quitar importancia a cosas a las que quizás estés
dando mayor entidad. Nosotros también tenemos que unir, sin ofender.
Cuidar a Jesús es cuidar al prójimo, al que está en la
cárcel o en el hospital. Cuidar de Jesús en la Eucaristía y del prójimo que
sufre es imitar a María. Imitar a María significa evangelizar, hablar de Dios,
con prudencia, con sabiduría, con oportunidad y con valentía. Dios nos pedirá
cuenta de cómo hemos transmitido la fe.
¿Quieren matar a Jesús? José y María se lo llevan a
Egipto. Hay que defender a Jesús defendiendo su divinidad y su mensaje. Hay que
defenderlo al estilo de María, sin agresividad,
sin insultos.
¿Qué más hizo la Virgen? Le cuida, le educa, le
defiende, le ama y estuvo con Él al pie de la Cruz, ella le dio su apoyo con su
presencia, con su mirada. Él sabía que tenía adelante a aquella que se había
fiado de Dios. ¿Cómo imitar a María? Cuando nos llegue la Cruz, abrazarla y
decir a Jesús: “Por Ti, contigo”.
Con el paso de la edad nos encontramos con la cruz de
cada día, y ¿qué vamos a hacer? Decir “cuenta conmigo”, esa es la imitación
suprema de la Virgen. Ella es nuestra fortaleza, nuestro refugio, para ello
necesitamos la gracia de Dios y la intercesión de María. Que así sea.
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