Benedicto XVI y sus escritos
En un artículo titulado “La fiesta y la cruzada”,
Mario Vargas Llosa, dice de Benedicto XVI: Su timidez ante las muchedumbres
aflora de modo invencible en esa manera casi avergonzada y como disculpándose
que tiene de dirigirse a las masas. Pero esa fragilidad es engañosa pues se
trata probablemente del Papa más culto e inteligente que haya tenido la Iglesia
en mucho tiempo, uno de los raros pontífices cuyas encíclicas o libros, que un
agnóstico como yo puede leer sin bostezar; su breve autobiografía es hechicera
y sus dos volúmenes sobre Jesús más que sugerentes.
Creyentes y no creyentes debemos alegrarnos
por eso de lo ocurrido en la JMJ de Madrid en estos días en que Dios parecía
existir, el catolicismo ser la religión única y verdadera, y todos como buenos
chicos marchábamos de la mano del Santo Padre hacia el reino de los cielos (LaRepública.pe (Perú).
Efectivamente, Benedicto XVI es una de las mentes más
grandes de la Iglesia católica, es un gran pensador y un maestro nato, pero se
le conoce poco. Es miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas de
parís (ningún Papa lo había sido). Entre ediciones y traducciones, tiene 600
volúmenes de obras escritas, recopiladas por una organización alemana. Es doctor
honoris causa por más de doce universidades.
Su
propuesta es que el desarrollo es de todo el hombre y de todos los hombres,
sino no es verdadero desarrollo (CV, parr 18).
Benedicto XVI es un Papa providencial. “Es un hombre de
mucho corazón y un luchador
que se mantiene de pie ante una tormenta, alguien que no tiene miedo”, dice
Peter Seewald. Una de sus metas es compartir el evangelio. Quizás sea el hombre
más bien informado del mundo y, a pesar de que conoce nuestra época, no pierde
la esperanza ni la alegría porque sabe que Dios sostiene al mundo y a la
Iglesia.
Joseph Ratzinger es un hombre moderno. Conoce muy bien a
los Padres de la Iglesia, especialmente a San Agustín, las tradiciones y los
problemas actuales. Siempre intenta ver las cosas de una manera crítica, y sabe
ver hasta el fondo de cada cuestión, por eso logra entenderlas y ver lo
positivo, lo negativo, especialmente en el marco de los nuevos tiempos. No es
ningún reaccionario, trata de entender otras formas de pensar y las respeta.
El Papa no ama el poder, ama el estudio. Se ha pasado la
vida rezando, estudiando, reflexionando y escribiendo. Solamente ha habido dos
Papas que han escrito libros siendo Papas: Juan Pablo II y Benedicto XVI. Tiene
varios libros de Teología. El Informe
sobre la fe, según nuestro punto de vista, es un libro para el gran
público, al igual que sus libros-entrevista escritos en colaboración con Peter
Seewald, como el de Luz del mundo, donde habla de los problemas de la sociedad,
de su Pontificado, de la crisis de la Iglesia y de la importancia de amar la
verdad y fortalecer la fe. Siempre que puede, con ocasión y sin ella, recomienda
la lectura del Catecismo de la Iglesia
Católica, a todos los fieles e incluso a los Obispos.
Su autobiografía, Mi vida 1927-1977, no tiene igual.
Siendo Papa escribió los tres tomos de Jesús de Nazaret. Su tema central de
estudio y oración es Jesucristo, Dios y Hombre verdadero. Además, impacta su
amplia cultura y su capacidad de diálogo. Es un experto cuando maneja el tema
de la libertad. Dice que “En la mente del hombre
contemporáneo la libertad se manifiesta en gran medida como el bien
absolutamente más elevado, al cual se subordinan todos los demás bienes”.
Habría que leer su ensayo titulado “Verdad y Libertad”.
Tiene dos Exhortaciones apostólicas, una sobre la caridad
(2007) y otra sobre la Biblia (Verbum Domini, 2010). Tiene Homilías
desde el año 2005 hasta el 2012, con temas que conciernen a las fiestas
litúrgicas, ordenaciones, solemnidades, etc. Tiene mensajes para las
Jornadas Mundiales de la Juventud, de Cuaresma y de otros temas. Como fruto de
un Sínodo de Obispos escribió sobre la Eucaristía. Tiene muchos discursos dados
en el Angelus o Regina Coeli. Tiene cartas a presidentes, cardenales, obispos,
músicos, artistas y a otras personas. Cartas apostólicas con motivo de
varias beatificaciones y una carta apostólica sobre la Prevención y lucha
contra las actividades ilegales en el campo financiero y monetario (30 XII
2010). Escribió dos Constituciones apostólicas sobre los anglicanos que
desean ingresar en la Iglesia católica. Tiene innumerables discursos y audiencias,
y tres encíclicas: Deus caritas est (25 XII 2005), Spes salvi (30 XI
2007) y Caritas in veritate (29 VI
2009). Cada una de ellas refleja su enorme capacidad de análisis (Las pueden
encontrar en www.vatican.va o en las
librerías pertinentes).
Tiene un escrito del año 2000 titulado Contemplar a Cristo.
Las tentaciones del Señor, que es uno de los más profundos y bellos. Trata
de las tentaciones de Cristo en el desierto y de las tentaciones del hombre de
hoy. Permítanme citar un párrafo: La
presunción, que quiere reducir a Dios a objeto e imponerle nuestras condiciones
de laboratorio, no puede encontrar a Dios. En efecto, supone ya que negamos a
Dios como Dios, porque nos ponemos por encima de Él, porque dejamos de lado
toda la dimensión del amor, de la escucha interior, y reconocemos como real
sólo lo que es experimental, lo que nos es dado palpar. Quien piensa así, se
hace a sí mismo Dios y degrada no sólo a Dios, sino también al mundo y a sí
mismo (...). Escoger a Dios
significa, según el Deuteronomio, amarlo, entrar en comunión de pensamiento y
de voluntad con Él, fiarse de Él, encomendarse a Él, seguir sus caminos.
Uno de los temas que aborda frecuentemente es el de la conversión; es decir, de la necesidad
de cambiar. Dice que “conversión” significa salir de la autosuficiencia,
descubrir y aceptar la propia indigencia, la necesidad de los demás y la
necesidad de Dios, de su perdón, de su amistad. La vida sin conversión es
autojustificación (yo no soy peor que los demás); la conversión es la humildad
de entregarse al amor del Otro, amor que se transforma en medida y criterio de
mi propia vida (Nueva evangelización, 10 XII 2000).
En un artículo titulado “La fiesta y la cruzada”,
Mario Vargas Llosa, dice de Benedicto XVI: Su timidez ante las muchedumbres
aflora de modo invencible en esa manera casi avergonzada y como disculpándose
que tiene de dirigirse a las masas. Pero esa fragilidad es engañosa pues se
trata probablemente del Papa más culto e inteligente que haya tenido la Iglesia
en mucho tiempo, uno de los raros pontífices cuyas encíclicas o libros, que un
agnóstico como yo puede leer sin bostezar; su breve autobiografía es hechicera
y sus dos volúmenes sobre Jesús más que sugerentes.
Creyentes y no creyentes debemos alegrarnos
por eso de lo ocurrido en la JMJ de Madrid en estos días en que Dios parecía
existir, el catolicismo ser la religión única y verdadera, y todos como buenos
chicos marchábamos de la mano del Santo Padre hacia el reino de los cielos (LaRepública.pe (Perú).
Efectivamente, Benedicto XVI es una de las mentes más
grandes de la Iglesia católica, es un gran pensador y un maestro nato, pero se
le conoce poco. Es miembro de la Academia de Ciencias Morales y Políticas de
parís (ningún Papa lo había sido). Entre ediciones y traducciones, tiene 600
volúmenes de obras escritas, recopiladas por una organización alemana. Es doctor
honoris causa por más de doce universidades.
Su
propuesta es que el desarrollo es de todo el hombre y de todos los hombres,
sino no es verdadero desarrollo (CV, parr 18).
Benedicto XVI es un Papa providencial. “Es un hombre de
mucho corazón y un luchador
que se mantiene de pie ante una tormenta, alguien que no tiene miedo”, dice
Peter Seewald. Una de sus metas es compartir el evangelio. Quizás sea el hombre
más bien informado del mundo y, a pesar de que conoce nuestra época, no pierde
la esperanza ni la alegría porque sabe que Dios sostiene al mundo y a la
Iglesia.
Joseph Ratzinger es un hombre moderno. Conoce muy bien a
los Padres de la Iglesia, especialmente a San Agustín, las tradiciones y los
problemas actuales. Siempre intenta ver las cosas de una manera crítica, y sabe
ver hasta el fondo de cada cuestión, por eso logra entenderlas y ver lo
positivo, lo negativo, especialmente en el marco de los nuevos tiempos. No es
ningún reaccionario, trata de entender otras formas de pensar y las respeta.
El Papa no ama el poder, ama el estudio. Se ha pasado la
vida rezando, estudiando, reflexionando y escribiendo. Solamente ha habido dos
Papas que han escrito libros siendo Papas: Juan Pablo II y Benedicto XVI. Tiene
varios libros de Teología. El Informe
sobre la fe, según nuestro punto de vista, es un libro para el gran
público, al igual que sus libros-entrevista escritos en colaboración con Peter
Seewald, como el de Luz del mundo, donde habla de los problemas de la sociedad,
de su Pontificado, de la crisis de la Iglesia y de la importancia de amar la
verdad y fortalecer la fe. Siempre que puede, con ocasión y sin ella, recomienda
la lectura del Catecismo de la Iglesia
Católica, a todos los fieles e incluso a los Obispos.
Su autobiografía, Mi vida 1927-1977, no tiene igual.
Siendo Papa escribió los tres tomos de Jesús de Nazaret. Su tema central de
estudio y oración es Jesucristo, Dios y Hombre verdadero. Además, impacta su
amplia cultura y su capacidad de diálogo. Es un experto cuando maneja el tema
de la libertad. Dice que “En la mente del hombre
contemporáneo la libertad se manifiesta en gran medida como el bien
absolutamente más elevado, al cual se subordinan todos los demás bienes”.
Habría que leer su ensayo titulado “Verdad y Libertad”.
Tiene dos Exhortaciones apostólicas, una sobre la caridad
(2007) y otra sobre la Biblia (Verbum Domini, 2010). Tiene Homilías
desde el año 2005 hasta el 2012, con temas que conciernen a las fiestas
litúrgicas, ordenaciones, solemnidades, etc. Tiene mensajes para las
Jornadas Mundiales de la Juventud, de Cuaresma y de otros temas. Como fruto de
un Sínodo de Obispos escribió sobre la Eucaristía. Tiene muchos discursos dados
en el Angelus o Regina Coeli. Tiene cartas a presidentes, cardenales, obispos,
músicos, artistas y a otras personas. Cartas apostólicas con motivo de
varias beatificaciones y una carta apostólica sobre la Prevención y lucha
contra las actividades ilegales en el campo financiero y monetario (30 XII
2010). Escribió dos Constituciones apostólicas sobre los anglicanos que
desean ingresar en la Iglesia católica. Tiene innumerables discursos y audiencias,
y tres encíclicas: Deus caritas est (25 XII 2005), Spes salvi (30 XI
2007) y Caritas in veritate (29 VI
2009). Cada una de ellas refleja su enorme capacidad de análisis (Las pueden
encontrar en www.vatican.va o en las
librerías pertinentes).
Tiene un escrito del año 2000 titulado Contemplar a Cristo.
Las tentaciones del Señor, que es uno de los más profundos y bellos. Trata
de las tentaciones de Cristo en el desierto y de las tentaciones del hombre de
hoy. Permítanme citar un párrafo: La
presunción, que quiere reducir a Dios a objeto e imponerle nuestras condiciones
de laboratorio, no puede encontrar a Dios. En efecto, supone ya que negamos a
Dios como Dios, porque nos ponemos por encima de Él, porque dejamos de lado
toda la dimensión del amor, de la escucha interior, y reconocemos como real
sólo lo que es experimental, lo que nos es dado palpar. Quien piensa así, se
hace a sí mismo Dios y degrada no sólo a Dios, sino también al mundo y a sí
mismo (...). Escoger a Dios
significa, según el Deuteronomio, amarlo, entrar en comunión de pensamiento y
de voluntad con Él, fiarse de Él, encomendarse a Él, seguir sus caminos.
Uno de los temas que aborda frecuentemente es el de la conversión; es decir, de la necesidad
de cambiar. Dice que “conversión” significa salir de la autosuficiencia,
descubrir y aceptar la propia indigencia, la necesidad de los demás y la
necesidad de Dios, de su perdón, de su amistad. La vida sin conversión es
autojustificación (yo no soy peor que los demás); la conversión es la humildad
de entregarse al amor del Otro, amor que se transforma en medida y criterio de
mi propia vida (Nueva evangelización, 10 XII 2000).
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