TESTIMONIO ESPLENDIDO

 

https://youtu.be/XVWpyEWd4oA

Mexcaltitlán, Tepic

Dios sanó mi enfermedad y mi cuerpo. Viví 40 días de ayuno y el Señor fue sanando mi cuerpo. En el segundo ayuno sané mi infancia, mi niñez. Somos sacerdotes desde la eternidad. Dice: “Cuando entro a celebrar la Misa, es Cristo en mí”. Sentí un amor increíble por la gente y por la Palabra.  Cristo detiene el ruido poco a poco.

Lo que le afecta a otra persona me afecta a mí.

El segundo ayuno me ayudó mucho. El tercero, doblegó mi voluntad. Entendí qué es hacer la Voluntad de Dios. Tuve miedo de perder mi sacerdocio. Abandonarnos en Dios en la oración, decirle: “Padre, hágase tu Voluntad. Hágase tu Voluntad en esta y esta otra persona”. Trabajar en este rendirse ante Dios. Declarar la guerra contra el mal. Es no desear nada para uno mismo. No desconfiar que lo que Dios decida por mí, es lo mejor.

Dios me ha mandado a esta tierra, en este tiempo para amar, para regresar al Amor eterno. Si el amor es amar, enséñame a vivir en este tiempo amando, amando al estilo en que Tú amas, perdonando en el estilo en que tu perdonas, ayudar en el estilo en que Tú ayudas; quiero llegar al amor eterno sintiendo que hice el bien.  Enséñame a caminar con Cristo, a donarme. Quiero rendirme a tu santísima. Voluntad. Te quiero en todo lo que pueden ver mis ojos, en todo lo que puedo tocar y palpar.

La parroquia ha revivido. Cuando cambia el pastor, cambia la parroquia.

El ayuno es un encuentro con Dios para nulificar mi voluntad, para vivir en la Voluntad de Dios. Ya no vivo por vivir, como dice la canción de Juan Gabriel, Él vive en mí. Lentamente, poco a poco me enseñaste a amar. Hay un motivo para vivir: Es Jesús en nosotros.

Estamos en ese camino a la salvación, y todos somos uno. Lo que puede vivir un sicario me afecta a mí porque somos hijos de Dios.



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