Hacer las cosas por amor


 

La noticia más hermosa que la Iglesia tiene que hacer resonar en el mundo es: ¡Dios te ama! Esta certeza debe sustituir al “Dios te juzga”. La afirmación solemne de San Juan es que “Dios es amor” (1 Jn 4,8). Luego, este amor tiene sus exigencias prácticas.

¿Por qué estamos tan ansiosos por saber y tan poco preocupados por amar? Porque el conocimiento de traduce en poder, y el amar en servicio.

Henry de Lubac escribió: “El mundo necesita saberlo: la revelación de Dios como Amor trastorna todo lo que había sido concebido sobre la divinidad” (Histoire el Esprit). Gracias a la incorporación a Cristo, nosotros podemos amar a Dios también con un amor infinito, digno de Él. Esto lo confirma Madre Teresa de Calcuta cuando escribe: “No hay nada que sea pequeño a los ojos de Dios, y Él mismo se tomó la molestia de hacerlas para enseñarnos cómo actuar. Por eso se transformaron en infinitas”.

Poema

Celebro la grandeza de las cosas pequeñas,
de las cosas triviales, sencillas, hogareñas.
Quisiera que este verso fuera un canto de gesta
que exalte las hazañas de la gente modesta.
(…) Celebro los aromas que inundan la cocina:
celebro la fragancia del café y de la harina.
(…) Celebro la tarea comenzada y concluida.
Celebro la herramienta que se limpia y se cuida.
Celebro la costumbre de decir la verdad.
Celebro la constancia. Celebro la amistad.
Celebro la finura de esa ayuda encubierta
que se presta de modo que ninguno lo advierta.
(…) Celebro la clemencia de los buenos modales.
Celebro al funcionario que cumple sus funciones.
Y celebro al vecino que riega sus malvones.
Celebro a quien comparte la pesadumbre ajena.
Celebro a quien festeja la dulce Nochebuena.
(…) Celebro a quienes saben mantener los secretos.
Celebro al hombre humilde que construye un país:
del árbol florecido celebro la raíz.
Celebro a los que pisan con firmeza en el suelo
mientras alzan confiados sus ojos al cielo.
Y concluyo este verso con el párrafo aquel:
“quien es fiel en lo poco será en lo mucho fiel”.
Juan Luis Gallardo

Las cosas pequeñas, hechas en una manera consistente, crean los mayores impactos en el amor, en la amistad y en el trabajo. En cambio, una actitud constantemente negativa puede tener consecuencias no deseadas con un impacto significante. Es importante, como siempre, mantener una actitud positiva y dar noticias positivas. ¡Cuántas cosas nos podemos callar si pensamos en el bien de los demás!

Cada día se producen pequeñas o grandes heridas en la relación laboral o familiar. Pequeños descuidos, faltas de delicadeza o contestaciones exasperadas que en un sólo día pueden afectar poco a la relación, pero que sumando pueden llegar a producir una herida grande y peligrosa. Normalmente las crisis matrimoniales, o de personas solteras, no son resultado de grandes culpas, cuando éstas llegan, ya antes se han producido otras pequeñas que no se han curado. Por eso es importante hacer un alto cada día y descubrir esos pequeños egoísmos, esa soberbia que nos lleva a no cultivar el amor y que debilita el afecto. Es la soberbia uno de los grandes enemigos de la convivencia. Por eso es bueno cultivar tanto el arte de pedir perdón como el de perdonar, sobre todo cuando se piense que se tiene razón. Sin duda la humildad siempre es buena compañera y nos hace más humanos.

Uno decía: “Yo soy feliz con lo pequeño: con un yate pequeño, con una mansión pequeña, con una cuenta en el banco pequeña...”. ¡Es broma!

Pablo Cabellos, de Valencia, España, cuenta: En mis años universitarios me encontré estas palabras de Joan Maragall: "Esfuérzate en tu quehacer como si de cada detalle que pienses, de cada palabra que dices, de cada golpe de martillo que des... dependiera la salvación de la humanidad, porque depende. Créetelo". El mundo está sediento de amor, pero ignora su fuente.

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