Historicidad de los Evangelios
Los
tres libros más preciosos que existen y que nos hablan de Dios son: la
naturaleza, la conciencia y el Evangelio.
Hay cuatro biografías de Jesús que narran su vida y sus
milagros. Un libro histórico merece nuestra fe cuando es verídico, auténtico e
íntegro; es decir, cuando el autor conoció los sucesos que refiere y no quiere
engañar (verídico): cuando fue escrito en la época y por el autor que se le
atribuye (auténtico); y ha llegado a nosotros sin alteración sustancial
(íntegro).
Los evangelios son auténticos porque sólo un judío
contemporáneo de Jesucristo o discípulo suyo, pudo escribirlos, ya que
Jerusalén fue destruido en el año 70 y desterrada en masa la nación judía. Un
escritor posterior no había podido describir bien los lugares ni lo que
sucedió. La lengua original en que fueron escritos tres de ellos es el griego
vulgar abundante en hebraísmos y por un judío del siglo I d.C. Sólo el de San
Mateo fue escrito en arameo.
Las descripciones históricas, geográficas y sobre los usos
de los judíos de ese tiempo, coinciden con los escritos de otros autores de
aquel tiempo.
Los hechos que refieren los cuatro evangelistas eran
recientes y realizados a la vista de todos. Si se hubieran engañado a sí
mismos, los hubieran desacreditado sus contemporáneos. Puntualizan hechos,
testigos, y no callan sus propios defectos ni las reprensiones recibidas por
Jesús Maestro.
Los relatos evangélicos son de una gran sobriedad: no hay
exageraciones ni apreciaciones personales; cuentan lo que saben y nada más. No
buscaban ventajas humanas. Blas Pascal escribe: “Creo con más facilidad las
historias cuyos testigos se dejan degollar en comprobación de su testimonio” (Pensamientos).
Los Evangelios los escribieron testigos presenciales. San
Juan dice que nos transmite: lo que vio y oyó (1ª Carta Juan: blepo). Juan y Mateo fueron testigos
directos.
La gran pregunta es “¿Es verdad lo que cuentan?”. Los
evangelios son los libros históricos y más estudiados de la antigüedad.
Escribieron cuando todavía había muchos testigos oculares que habían visto y
oído a Jesús, y que los hubieran desmentido si hubieran cambiado los hechos.
Cristo es absolutamente original. Es el único fundador en
la Historia de las Religiones que se presenta como hombre y como Dios a la vez.
Este concepto no podría haber sido creación de los judíos.
Evangelio
de San Juan
Dios se sirve del apóstol y del evangelista Juan para
hacernos llegar "fielmente lo que Jesús, Hijo de Dios, viviendo entre los
hombres, hizo y enseñó realmente para la eterna salvación de los mismos hasta
el día de la ascensión" (DV 19). Al Apóstol corresponde el Evangelio
predicado y al evangelista el Evangelio puesto por escrito.
El apóstol, enviado por Jesús a "predicar a todas las
gentes", comunica a sus oyentes los dichos y hechos de la vida de Jesús
"con la mayor comprensión que le daban la resurrección gloriosa de Cristo
y la enseñanza del Espíritu de Verdad". (DV 19). "Los Apóstoles
anunciaban sobre todo la muerte y resurrección del Señor, dando testimonio de
Jesús, de quien referían con fidelidad episodios biográficos y dichos, teniendo
presente en su predicación las exigencias de los variados auditores"
(Instr. SME n.2).
La fe de los Apóstoles se consolida con los hechos
pascuales: resurrección y apariciones. El mismo Jesús abre la mente de los
discípulos para que comprendan sus enseñanzas (Emaús). Después de la ascensión,
el Espíritu Santo les lleva a una profundización de lo que Jesús había
enseñado. Io. 11,46: el Espíritu Santo enseña y recuerda. Io. 16,13: el
Espíritu de Verdad os conducirá por el camino. No hablará de sí mismo; dice lo
que oye; recuerda lo que dijo el Hijo.
Citamos la Dei Verbum: "escogiendo datos de la
tradición oral o escrita, reduciéndolos a síntesis, adaptándolos a la situación
de las diversas iglesias, conservando el estilo de proclamación; así nos
transmitieron siempre datos auténticos y genuinos acerca de Jesús". (DV
19). "Dios eligió a unos hombres, a los que empleó, usando ellos mismos de
sus facultades y de sus fuerzas, de tal manera que, obrando Dios en ellos y por
ellos, nos transmitieron por escrito, como verdaderos autores, todo y sólo aquello
que el mismo Dios quería" (DV 11).
La "organicidad" entre los carismas de apóstol y
de evangelista está en que, siendo el apóstol el primero que anuncia el
kerigma, el evangelista escribe lo que será el "testimonio divino y
perenne" (DV 17) de éste. Por esto se debe sostener, como lo ha hecho
siempre la Iglesia, que los evangelios tienen origen apostólico.
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