Las tres ideas más preciosas que he descubierto
Las ideas
son más preciosas que los diamantes. Hay tres ideas que he descubierto aunque
ninguna de ellas sea original. Quiero compartirlas ya que cada una puede ser
revolucionaria a su modo.
1. Una sola cosa es necesaria. Cuando
tenía unos seis o siete años vi que había una cosa que tenía sentido y orden a
partir de todo lo demás. Revisé mi intuición con mi padre, la autoridad más
confiable para mí.
- Todo lo
que nos enseñan se reduce a una sola cosa, ¿no es así?
- ¿Qué cosa?
Hay muchas cosas que son importantes.
- Siempre
debo preguntarme qué quiere Dios de mí y luego, hacerlo. Eso es todo, ¿no?
- Hijo, creo
que tienes razón.
Tenemos que
amar lo que Dios ama. Si nos volvemos hacia el conductor divino y seguimos su
sabia batuta -que es su voluntad, su Palabra- entonces la música de nuestra
vida será una sinfonía.
2. El camino a la felicidad es el olvido de sí mismo. Somos
increíblemente lentos para entenderlo. Probamos continuamente otros caminos pensando
que esta vez la felicidad sí llegará a través del egoísmo. Y nunca llega. La
verdad de esta que idea es cegadoramente clara, pero somos claramente ciegos.
Fácilmente se olvida que el camino a la felicidad
es el amor abnegado y el camino a la infelicidad es la autoestima, la auto-
preocupación, y la búsqueda de la felicidad personal. La felicidad viene a
nosotros cuando no buscamos, llega cuando buscamos la felicidad de los otros. La
mayoría somos aprendices increíblemente lentos: Pensamos: no vino la última vez
por el egoísmo pero lo hará la próxima vez.
La lección del
olvido de sí es tan conocida que incluso un pagano como Buda sabía que la
fuente de toda la infelicidad y sufrimiento es el egoísmo. Los que enseñan lo
contrario -que el egoísmo es el camino a la felicidad - son infelices.
"Por sus frutos los conoceréis ", como nos dice Jesús. ¿Quiénes son
las personas más felices de la tierra? Las personas como la Madre Teresa y sus
monjas que no tienen nada, lo dan todo y viven alegres.
De estos dos
postulados se desprende el tercero.
3. "Para los que aman a Dios todo es para
bien”. Romanos 8:28 es literalmente cierto: Este es sin duda el versículo
más asombroso, más sorprendente en la Biblia. Es increíblemente simple y
perfectamente razonable. Pero nuestra complejidad adulta hace que se vea
turbia. Chesterton decía que la vida se complica siempre por una persona
sin principios. Si Dios es amor total, entonces todo lo que él quiere
para mí debe venir de su amor y será por mi bien. Porque el amor es desear el
bien del amado. No necesariamente será para mi bien inmediato, sino a largo
plazo. Él tiene el mundo entero en sus manos. Él podía quitar cualquier mal
como quien espanta una mosca. Lo permite porque al final será para nuestro
mayor provecho, como sucedió con Job. Dante acierta al decir que “el amor es el
que mueve el sol y todas las estrellas”. Dios es grande y Dios es bueno, vamos
a darle las gracias por todo.
Yo siempre
había creído en el amor de Dios y en su omnipotencia; pero una vez que puse las
dos primeras ideas juntas, vi la lógica conclusión inevitable (Rom 8:28). Nunca
más podría ver el mundo de otra manera. Si Dios es grande (omnipotente) y Dios
es bueno (amoroso), todo lo que sucede es para bien, es nuestro alimento
espiritual; y podemos y debemos darle las gracias por ello. Sin embargo, con
frecuencia no somos capaces de reconocer y apreciar esta verdad así de simple
pero profunda.
Estas son,
en mi opinión, las tres ideas más profundas que he tenido. Sin embargo, hay una
idea que he oído decir que creo que es aún más profunda. Es la respuesta de
Karl Barth a la pregunta de un alumno:
- Profesor Barth, usted ha escrito decenas de libros y
muchos de nosotros lo consideran el mejor teólogo del mundo, díganos, de todas
sus ideas ¿cuál es el pensamiento más profundo que ha tenido?
Sin dudarlo un segundo el gran teólogo contestó:
- Que Jesús me ama.
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