Inteligencia Emocional
Marian Rojas Estapé
afirma una gran verdad: Ansiamos la sencillez en las relaciones humanas. Hay
que amarse a sí mismo con límites, sin llegar al narcisismo y sin
minusvalorarse. Hay que amarse y ser amado. El estrés es menor cuando uno se
sabe amado. El amor a los buenos recuerdos nos ayuda a animarnos, activa los
mismos mecanismos en el cerebro que cuando eso sucedió.
Hay una lucha por la supervivencia y hay mecanismos de
supervivencia que son dos: la lucha y la huida. Se activan la adrenalina y el
cortisol. Esto es importante porque el cortisol activa nuestro cuerpo, si vivo
preocupado constantemente, mi mente y mi cuerpo no distinguen entre una alarma
real y una imaginaria. El 90% de los problemas que no preocupan no suceden.
Eso significa que si no controlo la imaginación, voy a tener un estado de
alerta continuo y segrego cortisol. Eso provoca cambios en el cuerpo, se cae el
pelo, aparecen arrugas, manchas, hay opresión en el pecho, la musculatura se
tensa y eso hace que fácilmente se haga una contractura. Con el estado de
estrés crónico nos empezamos a inflamar, entra una inflamación leve que puede
desencadenar en muchos problemas. Cuando hay mucho cortisol se baja el sistema
inmunológico, nos empezamos a inflamar latente, ligera, que es peligrosa. El
aparato intestinal es un segundo cerebro porque está rodeado de una potente red
neuronal.
Somos lo que pensamos. Hay que tener unas nociones
básicas de cómo funciona uno como ser individual y saber también cómo
función la mente humana en general. Hay que conocer nuestros factores
“personales” de estrés: soy nervioso, soy ansioso, soy tímido, soy optimista,
sensible, desconfiado, inseguro, soy dependiente de lo que piensan los demás,
perfeccionista, líder, tengo cambios en la piel, se me duermen las manos, tengo
visión borrosa, los problemas me pegan en el estómago, me da colitis, etc. Se
trata de tener “conciencia de uno mismo”. ¿Qué me hace vulnerable? El sensible
se convierte en una persona vulnerable bajo factores de estrés. Cuando uno se
comprende a sí mismo se siente aliviado.
Hay que conocer: ¿Cómo eres tú?, ¿cuáles son tus
factores de estrés?, ¿qué te cae mal? Cuando uno duerme mal todo se
desbarajusta. Cuando uno duerme todo se pone en orden. Para dormir bien hay que
evitar el alcohol y las cenas fuertes, también, no ver el celular antes de
dormir. Hay que tener vías de escape sanas: Educar la voz interior, hacer
ejercicio, evitar a las personas tóxicas, tener hobbies, meditar, conexión con
los demás y con la trascendencia. Eso hace que recupere mi sistema inmunológico.
Cada vez se conoce más el cerebro. Hay que saber lo
que nos pasa, qué nos afecta para manejar mejor la vida. Lo importante es la
interpretación que hacemos de lo que nos sucede.
Se dan múltiples estimulaciones en la sociedad y en la
casa. Hay que enfocarnos en cosas positivas. Por ejemplo, al final del día, recordar
tres detalles positivos del día. Luego, saborear los alimentos, percibir los
ruidos cercanos, disfrutar la música. Que los sentidos tomen importancia. Hay
que darles pistas, a los hijos y alumnos, de lo que está bien y de lo que está
mal. Necesitamos tener pilares seguros de criterio: llegan noticias,
luego, hay que comprobarlas. Hay que filtrar para centrarnos en lo que vale
la pena. Volver a la lectura y leer en papel. Cuando leemos en papel leemos
con más profundidad.
El mundo digital nos hace tener miedo, estar en alerta
ante una amenaza y con eso perdemos serenidad. Hay que quitar las
notificaciones de la pantalla. La cronopatía -hacer, hacer- produce
ansiedad y un estado de alerta constante. La rapidez, que es una virtud,
engendra un vicio que es prisa, decía Marañón.
Nuestra capacidad de dispersión es inmensa: hay
anuncios, mucha información, entonces hay alternancia en la atención, no hay
que dispersarnos, porque entonces no profundizamos en lo valioso. Cuando
estamos con alguien hay que poner los cinco sentidos en esa persona,
conectar a través de los ojos, que no haya ningún distractor, que pongamos
cabeza y corazón con quienes hablamos. Allí surge la empatía, pero eso
se distorsiona si te suena el celular o te distrae una pantalla y enfocas allí
tu atención.

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