Las acciones lúdicas: juego, baile y entretenimientos
“La felicidad sería la contemplación amorosa de lo que amamos”, según Ricardo Yepes. En el ocio se celebra la plenitud. Al ocio hoy le podemos llamar acciones lúdicas. Las acciones lúdicas son acciones que podemos hacer porque nos gustan.
Las acciones lúdicas
(o el ocio) es el tiempo dedicado a los
placeres de apreciación, a la contemplación para saborear los bienes más
altos; es decir, los que no son útiles sino bellos, los que amamos en sí mismos
y no para otra cosa. Lo lúdico tiene que ver con la alegría, con lo cómico,
con espectáculos, deportes, música, con el baile o un hobbie.
Las acciones
lúdicas tienen lugar en un tiempo distinto de lo ordinario como la fiesta o el
juego. El tiempo de las acciones lúdicas está separado del tiempo normal.
Cuando vemos una película nos “transportamos” a la escena que vemos. La
felicidad tiene carácter festivo. Si fuera imposible celebrar fiestas, el
hombre no podría ser feliz. Decía un hombre del pueblo: “Si no hay baile y
canto, ¿para qué vivir?”.
Las
acciones lúdicas incluyen todas las que tienen que ver con la risa, la alegría,
la broma y lo cómico. Reírse es ser feliz
por un momento. En la
vida humana no todo es seriedad. Es necesario reírse. La broma y la ironía
relativizan las cosas. Reírse del propio gesto adusto tiene un efecto
liberador.
El hombre, para
ser feliz, necesita jugar, por eso los niños son más felices que los mayores.
Mientras jugamos, detenemos el tiempo, y nos sentimos en casa, felices… El
juego hace que los instantes en sí menos importantes adquieran un olor de
eternidad, como una redención de las coordenadas del tiempo. Reírse implica ser
feliz, los niños se ríen más. Antes lo prioritario eran las fiestas litúrgicas,
ahora la gente llega directo al baile o al banquete. En la música clásica hay música
para leer, para relajarse, para orar y disfrutar… Hay música moderna que incita
al placer, a la droga, a la muerte; otras veces, incita a la alegría y a bailar
con ritmo.
Lo lúdico consiste
en distanciarse de lo serio; ironizar lo serio por comparación con nosotros
mismos. Lo lúdico es libre, nunca puede ser obligatorio: uno se ríe de lo que
le da la gana, de lo que tiene gracia. La risa y la ironía son dos formas de
instalarse en la actitud lúdica. Reír es quitar importancia a unas cosas
para dársela a otras. El que no se ríe es que no confía, pues reírse es
afirmación de la vida. Es como decir que ninguna situación es tan importante
como para perder la alegría del hecho de existir. El que se ríe expande los
intereses de su vida. Lo lúdico y la broma atenúan la seriedad, la dureza de lo
real. Lo lúdico es lo fácil, lo entretenido, lo divertido, lo alegre; es lo
contrario a la pesadez.
El optimismo y la
percepción positiva de la realidad nacen cuando, desde los sentimientos y la
voluntad inteligente, gozamos de que muchas cosas sean bellas y armónicas. El
que sabe hacer fiesta sabe que el hombre es un animal que supera la necesidad.
En la fiesta acontece un a síntesis peculiar de lo serio y lo lúdico, puesto
que celebramos aquello que tenemos por más valioso y serio. Por eso se
relaciona también con el trabajo y el ocio (cfr. Ricardo Yepes, Fundamentos de Antropología, EUNSA).
Somos personas y
deseamos la vida eterna. Uno es feliz con lo que tiene, y también con lo que no
tiene y espera alcanzar, pero mucha gente ya no tiene un porqué vivir, entonces
hay que dar esperanza. Lo más feliz es llegar a un lugar largamente deseado, y
no tener que ir a ninguno otro, entonces se puede descansar porque ya no hay
tareas pendientes.
La cultura no hace
a la sociedad ni a la persona; es la persona quien se cultiva y hace la
cultura. La cultura la hacemos nosotros, lo mismo la familia. Así se
crea la cultura de la bondad y la belleza. El hombre tiene todas las
capacidades para formar en el amor y formar en la libertad. Queremos cambiar la
cultura de la muerte que nos está esclavizando.
La gente muera y se
disuelve toda la importancia que pensábamos que teníamos. La gente muere y los
problemas se transforman en un inmenso vacío. Las cosas influyen en la medida
en que lo permitimos. Descubre el valor que tienes. Hay gente que vive con
prisa y no contempla la naturaleza. ¿Qué estoy haciendo con el tiempo que me
queda? Dios nos podría decir: Disfruta
lo bello de esta vida, sé feliz y haz felices a quienes te rodean.
Las actividades
lúdicas (pasear, pintar, cuidar el jardín, jugar al Trivial, leer una novela,
contemplar el mar, navegar, conversar, etc.), las realizamos por ellas mismas,
no para “divertirnos”. Cuando la diversión pasa a ser el fin pretendido en el
ocio, y no su consecuencia acompañante, hemos caído en una forma de existencia
inauténtica, en la cual lo que hacemos es huir del aburrimiento y de nosotros
mismos, porque estamos vacíos. Eso es luchar contra el tedio, más que lograr la
diversión. Se trata de un activismo, de una ausencia de interioridad llamada
superficialidad.
“La
felicidad sería la contemplación amorosa de lo que amamos”, según Ricardo Yepes. En el ocio se
celebra la plenitud. Al ocio hoy le podemos llamar acciones lúdicas. Las acciones lúdicas son acciones que podemos
hacer porque nos gustan.
Las acciones lúdicas
(o el ocio) es el tiempo dedicado a los
placeres de apreciación, a la contemplación para saborear los bienes más
altos; es decir, los que no son útiles sino bellos, los que amamos en sí mismos
y no para otra cosa. Lo lúdico tiene que ver con la alegría, con lo cómico,
con espectáculos, deportes, música, con el baile o un hobbie.
Las acciones
lúdicas tienen lugar en un tiempo distinto de lo ordinario como la fiesta o el
juego. El tiempo de las acciones lúdicas está separado del tiempo normal.
Cuando vemos una película nos “transportamos” a la escena que vemos. La
felicidad tiene carácter festivo. Si fuera imposible celebrar fiestas, el
hombre no podría ser feliz. Decía un hombre del pueblo: “Si no hay baile y
canto, ¿para qué vivir?”.
Las
acciones lúdicas incluyen todas las que tienen que ver con la risa, la alegría,
la broma y lo cómico. Reírse es ser feliz
por un momento. En la
vida humana no todo es seriedad. Es necesario reírse. La broma y la ironía
relativizan las cosas. Reírse del propio gesto adusto tiene un efecto
liberador.
El hombre, para
ser feliz, necesita jugar, por eso los niños son más felices que los mayores.
Mientras jugamos, detenemos el tiempo, y nos sentimos en casa, felices… El
juego hace que los instantes en sí menos importantes adquieran un olor de
eternidad, como una redención de las coordenadas del tiempo. Reírse implica ser
feliz, los niños se ríen más. Antes lo prioritario eran las fiestas litúrgicas,
ahora la gente llega directo al baile o al banquete. En la música clásica hay música
para leer, para relajarse, para orar y disfrutar… Hay música moderna que incita
al placer, a la droga, a la muerte; otras veces, incita a la alegría y a bailar
con ritmo.
Lo lúdico consiste
en distanciarse de lo serio; ironizar lo serio por comparación con nosotros
mismos. Lo lúdico es libre, nunca puede ser obligatorio: uno se ríe de lo que
le da la gana, de lo que tiene gracia. La risa y la ironía son dos formas de
instalarse en la actitud lúdica. Reír es quitar importancia a unas cosas
para dársela a otras. El que no se ríe es que no confía, pues reírse es
afirmación de la vida. Es como decir que ninguna situación es tan importante
como para perder la alegría del hecho de existir. El que se ríe expande los
intereses de su vida. Lo lúdico y la broma atenúan la seriedad, la dureza de lo
real. Lo lúdico es lo fácil, lo entretenido, lo divertido, lo alegre; es lo
contrario a la pesadez.
El optimismo y la
percepción positiva de la realidad nacen cuando, desde los sentimientos y la
voluntad inteligente, gozamos de que muchas cosas sean bellas y armónicas. El
que sabe hacer fiesta sabe que el hombre es un animal que supera la necesidad.
En la fiesta acontece un a síntesis peculiar de lo serio y lo lúdico, puesto
que celebramos aquello que tenemos por más valioso y serio. Por eso se
relaciona también con el trabajo y el ocio (cfr. Ricardo Yepes, Fundamentos de Antropología, EUNSA).
Somos personas y
deseamos la vida eterna. Uno es feliz con lo que tiene, y también con lo que no
tiene y espera alcanzar, pero mucha gente ya no tiene un porqué vivir, entonces
hay que dar esperanza. Lo más feliz es llegar a un lugar largamente deseado, y
no tener que ir a ninguno otro, entonces se puede descansar porque ya no hay
tareas pendientes.
La cultura no hace
a la sociedad ni a la persona; es la persona quien se cultiva y hace la
cultura. La cultura la hacemos nosotros, lo mismo la familia. Así se
crea la cultura de la bondad y la belleza. El hombre tiene todas las
capacidades para formar en el amor y formar en la libertad. Queremos cambiar la
cultura de la muerte que nos está esclavizando.
La gente muera y se
disuelve toda la importancia que pensábamos que teníamos. La gente muere y los
problemas se transforman en un inmenso vacío. Las cosas influyen en la medida
en que lo permitimos. Descubre el valor que tienes. Hay gente que vive con
prisa y no contempla la naturaleza. ¿Qué estoy haciendo con el tiempo que me
queda? Dios nos podría decir: Disfruta
lo bello de esta vida, sé feliz y haz felices a quienes te rodean.
Las actividades
lúdicas (pasear, pintar, cuidar el jardín, jugar al Trivial, leer una novela,
contemplar el mar, navegar, conversar, etc.), las realizamos por ellas mismas,
no para “divertirnos”. Cuando la diversión pasa a ser el fin pretendido en el
ocio, y no su consecuencia acompañante, hemos caído en una forma de existencia
inauténtica, en la cual lo que hacemos es huir del aburrimiento y de nosotros
mismos, porque estamos vacíos. Eso es luchar contra el tedio, más que lograr la
diversión. Se trata de un activismo, de una ausencia de interioridad llamada
superficialidad.

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