Perfil del goloso


El goloso tiene el apetito de comer golosinas o algo en particular, disfrutando especialmente los sabores dulces. Puede tener problemas de diabetes, sobrepeso o caries.

El goloso envuelve a los demás con sus palabras y fantasea un mundo mejor para huir del aburrimiento o del compromiso. Se peca de goloso en la comida, la bebida y las drogas.

La gula es un anestésico que nos puede llevar a un callejón sin salida. Quizás en esta conducta destructiva esté el origen de nuestros males. Vamos a analizar esta conducta para saber si hemos caído en ella y porqué.

¿Cómo nos hemos sentido al día siguiente de una borrachera? Fatal. ¿Qué sentimiento albergas cuando has subido de peso? Cierta frustración y quizás tristeza. Cuando se experimenta una frustración se huye buscando una compensación, y cuando eso pasa al día siguiente, nos sentimos mal. Se piensa: ¿Para qué me arreglo si estoy obeso? La autoestima se va al piso.

La gula es una especie de esclavitud al placer, en la comida, el alcohol o las drogas. Carlo Acutis dice que le encantaba la Nutella y se dio cuenta de que no debía abusar en su consumo.

La gula por la comida: En esta conducta la comida se hace obsesión mental por comer. La persona trae cosas saladas y dulces en su bolsa. La comida tiene un efecto pacificador. Cuando hay ansiedad a veces se recurre a la comida. En la gula la persona se encuentra dominada por el antojo, esto es una adicción. El glotón va a comer principalmente por evadir responsabilidades, por nervios o por tristeza. Podemos estar satisfechos y seguimos comiendo. El vacío de la vida se tiene que llenar con comida, así se “anestesia” la insatisfacción. Los adolescentes a veces se fugan para comer algo, porque aprendieron que la ansiedad se calma con la comida. La comida nos hace sentir bien, pero luego vienen las consecuencias,

La gula por alcohol o por drogas: Es impulsivo, es como un caballo desbocado. Es obsesivo porque no puede dejar de pensar en el alcohol o la droga. Es insaciable porque siempre va a ser insuficiente. Todo es pretexto para empezar, no importa el motivo y no va a poder detenerse: porque me ascendieron o me corrieron, porque me dio alegría una cosa o porque me dio pena. Para curarse la cruda hay quien bebe otra vez alcohol; a veces no se acuerdan de lo que se hizo en estado de ebriedad. Lo más triste es que la persona se disculpa, se justifica y se droga por todo o por nada: “La situación económica está así, o tengo estrés, o necesito tomar valor”.

Lo grave son las consecuencias de muerte, vamos a ser ingobernables y la muerte llega antes de lo esperado. El goloso se encadena y se hace cautivo porque responde a una necesidad de darle cauce a un placer. El alcohol adormece y mata, personas que jamás hubieran cometido de haber estado sobrias. El exceso de comida nos va haciendo adictos al placer. Gustar en exceso de lo dulce es una adicción, entre más se ingiere azúcar, más se siente su necesidad.

Vamos a reflexionar: Desde hoy a hacia atrás, ¿en qué he caído últimamente y hacia atrás? Es necesario examinar este aspecto para encontrar episodios de la gula en nuestra vida. Es una conducta que tiene muchos matices. La gula puede llevar a la pereza. Cuando se escribe lo que nos pasa, nos ayuda a sanar. Hay que saber que hay heridas que deben sanar, nos toca reconocerlas y Dios nos sana si se lo pedimos.

El exceso en ver pantallas, ¿podría ser gula? Es una adicción. Nos quita un tiempo valioso y a veces dejamos de lado las prioridades, pero no se alinea en la gula sino en la pereza.

Hay personas que tienen rechazo a la comida por un proceso depresivo u otra enfermedad. La bulimia puede ser ocasión para llamar la atención.

 


 

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