Rabino judío visitó el Vaticano
Mordecai
Rosenberg, rabino de Nueva York, fue invitado a una conferencia interreligiosa
en el Vaticano. El Padre Antonio le dio la bienvenida en un hebreo perfecto. Un clérigo católico, el Cardenal Di Marco, se
dirigió a Mordecai, le dijo que había conocido a su abuelo y le entregó unas
cartas de su abuelo, que había reconocido a Jesús como Mesías. Cuando le tocó el turno de hablar en
una sesión titulada Las raíces de
la fe abrahámica. Mordecai dijo:
He venido con ideas preconcebidas pero ahora he
descubierto que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob es más grande que nuestras
divisiones humanas. He descubierto que las profecías que hemos guardado por
milenos ya se cumplieron…
Al terminar mi intervención hubo expectación.
Narra
Mordecai: De regreso mi esposa me esperaba en el aeropuerto. Sara notó que
bendecía los alimentos de manera diferente. Hubo cambios sutiles en mis
sermones. Hay quienes lo notaron. Tres semanas después, durante un estudio
sobre las profecías mesiánicas, un joven preguntó si el Mesías ya había venido.
Contesté: “No podemos negar esa posibilidad”. Poco después Sara, mi esposa, me
cuestionó. El patriarca de la comunidad me llamó. Sabía que mi trabajo en la
comunidad de Beth Shalom se iba a terminar. Mi esposa quiso irse de la casa, a
casa de su hermana a Israel. Había 35 años de matrimonio, y se puso en camino.
El
Consejo de ancianos me convocó para decir que no podían permitir que
confundiera a la comunidad, por tanto, debía dejarla. Había perdido a mi
esposa, mi comunidad, mi identidad… Los días siguientes fueron los más oscuros.
Una noche, al borde del colapso, encontré una iglesia dedicada a San José. Entré.
Vi un crucifijo, dije:
“Jesús, si realmente eres el Mesías, necesito
conocerte”. Su presencia me dejó sin
aliento. Me di cuenta que había estado vacío, sin darme cuenta. Me dijo: “Mordecai,
siempre te he esperado”. Sentí su amor intenso. Me quedé toda la noche en
la Iglesia. Vi que lo único que importaba era el Mesías de Israel.
Sabía
que había que dar un paso más, el Mikba, es decir, el bautismo. Llamé al Padre
Antonio a Roma. Toda mi vida había esperado al Mesías. Él dijo: “Bendito sea el
Señor… Estaré en Nueva York en una semana”. Vino el Padre Antonio a la misma
iglesia. El párroco, Miguel, le dijo: “¿Está seguro?”. Contesté: “Este bautismo
sólo confirma lo que ya sucedió en mi corazón”, dije.
Comencé
un blog: Las cartas de mi
abuelo. Me empezaron a llegar cartas
de todo el mundo. “Soy Rebeca Goldman de los Ángeles”. Fue la primera de
muchos. Venían judíos que habían reconocido a Jesús como Mesías, pero no sabían
cómo conectar con las tradiciones antiguas.
Un
día me llamó Sara: “Mordecai, he leído tu blog. Creo que necesito conocer al
Jesús que tú dices”. Estoy diciendo que regreso a casa. Un año pasó en Israel.
La esperé en el aeropuerto. Había algo distinto en sus ojos. “Modecai, dijo:
“Jesús es real y es nuestro Mesías”.
Se
inauguró un centro para judíos mesiánicos, al principio eran ocho, ahora somos
cincuenta. Ofrecen estudios bíblicos y servicios de adoración. Han pasado cinco años desde que regresé del
Vaticano. Lo que no sabía era que el Mesías me había esperado a mí. Doy gracias
porque Dios me ayudó a corresponderle.
FUENTE: https://youtu.be/1eBCtpTG9eg

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